Ilustración: Valeria Gallo
En nuestra cultura, la mayoría de la gente se ha visto privada de la conciencia de quiénes son en realidad. Han perdido temporalmente su conexión con lo más elevado de sí, y por lo tanto, han perdido el poder y la responsabilidad respecto a sus propias vidas. En cierta medida, albergan en su interior un sentimiento de indefensión. Se sienten básicamente impotentes para introducir un cambio real en sus vidas o en su entorno. Este sentimiento interiorizado de indefensión provoca una lucha y un forcejeo desproporcionados para conseguir tan sólo un poco de poder o control en su propio mundo.
De ahí que la gente se oriente mucho hacia el logro de objetivos. Se sienten emocionalmente atados a cosas y personas que consideran imprescindibles para ser más felices. Notan que en su interior «falta algo», y se convierten en personas tensas, ansiosas, estresadas, que continuamente tratan de llenar el vacío intentando manipular el mundo exterior para conseguir lo que quieren. Éste es el estado de ánimo a partir del cual la mayoría de las personas se fija objetivos y trata de crear lo que quiere en la vida. Desgraciadamente, partir de este nivel de conciencia no conduce a nada, porque se pone usted tantos obstáculos que no puede superarlos; y si los vence y logra sus objetivos es sólo para acabar descubriendo que no le aportan ninguna felicidad interior.
Cuando advertimos este dilema es cuando empezamos a abrirnos hacia un camino verdaderamente espiritual. Nos damos cuenta, sencillamente, de que tiene que haber algo más en la vida, y comenzamos a buscarlo.
A lo largo de nuestra búsqueda podemos pasar por fases y experiencias muy diversas, pero acabamos por ir recuperando nuestra propia personalidad. Es decir, volvemos a nuestro verdadero ser, a la naturaleza divina o a la mente universal que existe en todos nosotros. Gracias a esta experiencia acabamos recobrando todo nuestro poder espiritual, y nuestro vacío interior se llena desde dentro.
SHAKTI GAWAIN
2001. ESTADOS UNIDOS. PENSILVANIA. PITTTSBURGHO. Fallece el economista norteamericano Herbert A. SIMON, Premio Nóbel de Economía de 1978. Fue pionero en los estudios sobre la toma de decisiones. Es reconocido especialmente por sus trabajos en el área de la filosofía de la ciencia. Sus objetivos de investigación se han relacionado directamente con la intención de acercar las ciencias de la naturaleza las ciencias sociales. Su labor teórica se encuentra en la aplicación del positivismo lógico a las relaciones entre la sociología, la psicología y la filosofía y en la búsqueda de una aproximación entre el análisis macroeconómico y el microeconómico. En 1978 obtiene el Premio Nóbel de Economía por sus investigaciones pioneras sobre el proceso de la toma de decisiones dentro de las organizaciones. SIMON había nacido en Milwaukee, Wisconsin, Estados Unidos, el 15 de junio de 1916.