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Nunca te hagas librero


Siempre me he preguntado ( y he preguntado a todo el que se me pone a tiro) si leemos los libros o son los libros los que nos leen. En Nunca te hagas librero hago una disección al respecto, en animada conversación con una lectora. Apuesto a que se os ocurren decenas de argumentos para rebatirme y os animo a contármelo, si leéis el libro. Pensad en lo que ocurre cuando estáis con las defensas bajas, en modo off, sin censuras, alegrándoos de que el malo muera y el bueno consiga el botín. Pensad en qué ocurre con nuestros prejuicios, creencias, convicciones, tabúes, en esa tierra de nadie, a salvo de los lectores de pensamiento, de los represores y de esas almas fantasmales.

También repaso cuestiones que arrastro desde niña: si el cinismo protege de algo, si leer nos hace más sabios, si los autores que se odian (o se habrían odiado de haberse llegado a conocer) estarán a gusto en los mismos estantes, si la fe de los libreros en que quedará algo que vender hoy y también mañana es suficiente para seguir siendo libreros…

Me lo paso bien haciendo inventario de filias y fobias, contando muchas historias como la de Colleridge, la de Orwell, la del reto de Ginés, la de Willa Cather y su amante, la del felón del duque de Lerma. Y evoco el ingenio de Singer, la ternura de Orhan Pamuk y el hartazgo de Peter Handke. Pero también hablo de nosotros, los lectores, y de los libreros y de las librerías y de ese mito romántico de que no hay otra cosa que hacer en el día: leer y solo leer.

Es un texto con pinceladas de humor pero también con intensa melancolía por los momentos de nuestra vida en que aprendimos a hacernos mujeres y hombres con aquellos libros de nuestra raquítica biblioteca de casa.

Microcambieros, me encantará conocer vuestra opinión y comentarios si alguno/a lo lee. Es para vosotros para quien escribo, para los amantes de los libros sobre libros que también hacen otras cosas. Por suerte para la humanidad.

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El demérito de ser mayor

Hay entrevistas que uno debe leer de principio a fin porque son iluminadoras. Es el caso de la conversación entre el periodista Jorge Casanova y el presidente de la Sociedad Galega de Xerontología, Miguel Ángel Vázquez, publicada en La Voz de Galicia el 6/4/2021

-Se acaba la pesadilla en las residencias.

-Sí. Los informes ya nos indicaban que el 98,89 % de los mayores vacunados, si contraen la enfermedad, están libres de síntomas. Podemos dar por finiquitado este episodio tan lamentable de la historia de este país. Nunca a lo largo de los siglos han muerto tantas personas mayores que estaban siendo cuidadas. 

-Esta pandemia ha sido contra todos, pero sobre todo, contra ellos.

-El 72 % de los fallecidos lo fueron en residencias. Aproximadamente han muerto por covid en residencias unas 52.000 personas mayores. Son cifras estremecedoras. En nuestra opinión se pudo evitar el 70 % de los fallecidos en residencias.

-¿Cómo? ¿Enviándolos al hospital?

-El hospital es un lugar inhóspito para las personas mayores. La mayor parte de los pacientes solo requerían ser aislados. Si se deja un caso positivo en un entorno de vulnerables y en una situación cerrada, prácticamente garantizas el contagio. Y fue lo que ocurrió. Esto fue un gerontocidio. Probablemente involuntario. Y ha sido un fenómeno mundial. 

-Ahora están mejor.

-Sí, pero pese a ser los únicos que están todos vacunados, solo pueden salir dos horas dos días a la semana. Es un poco absurdo. Ya ve, primero les dejamos morir y luego los encarcelamos. Es dramático.

-Pero si están inmunizados.

-Pues han sido a los únicos que no se les ha permitido ir con su familia estos días de Semana Santa o en el puente de San José. Hay un exceso de paternalismo, actitudes edadistas. 

-Explique un poco qué es eso del edadismo.

-Es un concepto acuñado en 1972 y que hoy se admite como el tercer ismo, después del racismo y del machismo. Se puede resumir como la discriminación por razón de edad. Y mata más que la hipertensión arterial. Hay mucho microedadismo: «Tú, como eres mayor, para esto no vales; deja que lo haga alguien más joven, ¿cómo te vistes así a tu edad?…». Y para halagarles les decimos: «¡Mira qué joven estás!». Como si ser mayor fuera malo.

-Hoy en día, ser mayor es un demérito.

-Esa es la cuestión. Nos escandalizamos cuando alguien es racista o machista, pero asumimos ese paternalismo o esa infantilización cotidiana. Ser viejo no es malo, es una parte de la vida. Y las autoridades se arrogan derechos que no tienen. Imagine que en vez de imitar los derechos de las personas mayores en residencias se los limitasen a cualquier otro ciudadano. A lo inmigrantes, a los gais, a cualquiera. Sería un escándalo y todo el mundo hablaría de ello. Pero con los mayores no pasa. 

-Pero a todo el mundo le gusta que le digan que parece más joven.

-Hay una belleza de juventud y una belleza del mayor, aunque no hay un canon establecido para los mayores. Ellos se consideran guapos porque lo son. Una persona mayor puede ser guapa y atractiva, por eso no tiene sentido decirle: «!Qué joven estás!». Incluso desde las autoridades se toman decisiones edadistas.

-Se hace con la mejor intención, supongo.

-Sí, pero para trabajar con los mayores no basta con querer, hay que saber. La sociedad debe empezar a asumir que tiene muchas personas mayores, que en Galicia son el 25 % 

-Galicia es muy mayor.

-Y en Lugo y Ourense, uno de cada tres ciudadanos es mayor de 65 años. Tenemos que mirar más hacia ellos. No puede ser que para pedir cita en tu médico de cabecera, te lo pongan tan complicado. Estamos cerrando la sociedad a un grupo de personas que la han construido. La sociedad no puede limitar ni uno solo de los derechos de las personas mayores, porque limita su propio futuro.

-Seguro que lo tienen muy estudiado.

-Mire, hicimos una investigación y constatamos que en atención primaria los médicos dedican menos tiempo a la gente mayor, solo porque son mayores. Y dentro de los mayores, menos tiempo a las mujeres. Suelen tener más problemas de salud, más medicación, suelen explicarse peor… pero el médico les dedica menos tiempo. Más del 25 % de los mayores que le dicen al médico que tienen problemas de memoria no son diagnosticados, porque el médico entiende que, como es mayor, es normal. Es una tragedia.

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El amor está en lo que tendemos…


Me he acordado de este poema de Valente. Remato un año de poca escritura en Microcambios. Os deseo todo el amor que podáis dar y recibir. Nunca será poco ni demasiado. Siempre será equitativo y necesario. No hay mejor forma de despedir el año. Os deseo amor.

Manuel Viola (Museo Reina Sofía)


El amor está en lo que tendemos
(puentes, palabras ).

El amor está en todo lo que izamos
(risas, banderas).

Y en lo que combatimos
(noche, vacío)
por verdadero amor.

El amor está en cuanto levantamos
(torres, promesas).

En cuanto recogemos y sembramos
(hijos, futuro).

Y en las ruinas de lo que abatimos
(desposesión, mentira)
por verdadero amor.

José Ángel Valente

«Breve son» 1968

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Querido John


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Una emocionante carta de un escritor vivo, Teju Cole, a un escritor muerto, John Berger. La leo y la releo saboreando cada una de sus palabras. Me resulta especialmente poético el paralelismo que establece entre la historia neozelandesa y las plumas que delatan la presencia de Berger aún en este mundo. ¡Emocionante!

«Siempre te gustaron las historias, así que voy a contarte una. Esta sucedió en Maniototo, en el centro de la isla meridional de Nueva Zelanda, mientras el sol descendía tras la cadena montañosa de Hawkdun, en una línea naranja ondulada, con toda la oscuridad debajo.

Dentro de casa se debilita la luz. Milo tiene 11 años. Está en brazos de un hombre e inclina la cabeza, como si escuchara algo que procede de las montañas a lo lejos. Está completamente quieto. Le pregunto al hombre: “¿Cómo supiste que estaba quedándose ciego?”. “Empezó a chocarse con las cosas más a menudo”.

Sobre los ojos de Milo ha empezado a crecer un velo blanco, y su cabeza parece la de un peluche sin terminar. Hace pocos meses que está quedándose ciego. El hombre le deja en el suelo y él empieza a correr por la casa. Tiene en su memoria el plano de la vivienda. En las esquinas y las patas de los muebles han atado unas plumas para que no se golpee con las duras aristas. Un suave velo blanco que cubre sus ojos y unas suaves plumas blancas que tiemblan en la oscuridad.

Te has ido, John. No, lo diré claro, aunque suene duro: te has muerto. Falleciste en enero, y la muerte (como sabe todo el mundo) es definitiva. Sin embargo, te escribo esta carta como si pudieras leerla, como si solo estuvieras escondido. ¿Por qué? ¡Por tu culpa!

Hace unos años, durante una conversación en Ferrara, te pregunté qué pensabas de las personas muertas. Miraste al público y dijiste: “Están aquí con nosotros. Así lo creo. ¡Están ayudándonos!”. Lo dijiste con tal convicción que no tuve ninguna duda. Y no te referías a “los muertos” como categoría general, sino como personas muy concretas a las que uno ha conocido y amado.
Estuve en Nueva Zelanda dos semanas. No sé si fuiste alguna vez, pero me acordé mucho de ti. Me daba la impresión de que cada persona con la que me encontraba había tenido una muerte cercana: hijos, cónyuges, hermanos. “Et in Arcadia Ego”, como tituló Poussin su famoso cuadro. Y aun así, curiosamente, en todos los casos tuve la impresión de que los muertos convivían con los vivos y estos cuidaban de aquellos.

En una ocasión escribiste: “Tanto para los cazadores como para las presas, esconderse bien es una condición indispensable para sobrevivir. La vida depende de saber ponerse a resguardo. Todas las cosas se esconden. Lo que ha desaparecido se ha escondido. Una ausencia —como la de los que han fallecido— se siente como una pérdida, pero no como un abandono. Los muertos están escondidos en otro lugar”.

Hace seis meses recibí la terrible noticia de que habías muerto. Y, aunque eras muy mayor, me cayó encima como una oscuridad repentina. Sin embargo, John, desde entonces, he descubierto un fragmento aquí, un pasaje allá, un dibujo más allá, huellas tuyas en todo el mundo, y son como plumas que has dejado cuidadosamente colocadas en los lugares en los que nos encontramos.

Sé que solo estás escondido.

Abrazos.»

Teju Cole (escritor)
Fuente: http://elpaissemanal.elpais.com/columna/querido-john/

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Construir ahora


microcambios

Fotografía: Juan Rodríguez 

«Hay que vivir con la certeza de que envejeceremos y que no será algo bonito, ni bueno, ni alegre. Y decirse que lo que importa es el ahora: construir, ahora, algo, a toda costa, con todas nuestras fuerzas. Tener siempre en mente la residencia de ancianos para superarse cada día, para hacer que cada día sea imperecedero. Escalar paso a paso cada uno su propio Everest y hacerlo de manera que cada paso sea una pizca de eternidad. Para eso sirve el futuro: para construir el presente con verdaderos proyectos de seres vivos».

La elegancia del erizo (Muriel Barbery)

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Cultivarse en el arte de buscar: el aprecio de la libertad



Me gustan las personas que tienen una historia y la comparten. Gracias al poder de lo personal, su mensaje llega como un eco redoblado a las conciencias de quienes les escuchan. Emmanuel Faber tiene algo que contar. Escuchándole he aprendido un concepto sorpendente: «cultivarse en el arte de buscar».. Desde el nacimiento de Microcambios, he cultivado el arte de buscar aquí y allá voces con una visión del mundo contagiosa, esos discursos  de cordura y reflexión que enriquecen y amplían nuestro horizonte humano. Escuchar el discurso de Emmanuel Faber a los graduados de la escuela de negocios HEC es una ganancia de tiempo.

«Este no es un hombre de negocios al uso»

SOFÍA VÁZQUEZ  (La Voz de Galicia) 

Emmanuel Faber, director general de Danone, ha revolucionado las redes sociales con un discurso que dio hace unas cuatro semanas

Emmanuel Faber tiene 52 años y es el director general de Danone. El discurso que ofreció en la prestigiosa escuela de negocios HEC hace unas cuatro semanas ha revolucionado las redes sociales y ha sido recogido por webs como Excellence Management, dirigidas a hombres de negocios y mandos intermedios de todo el mundo.

Faber se subió al estrado ante todos los graduados del curso 2016 y comenzó a relatar la historia de su hermano, un joven que sufrió esquizofrenia severa. Tuvo una vida plena, dijo, y una adolescencia complicada y turbulenta. Trabajó en invierno en las carreteras de losAlpes. Fue entonces cuando le asaltó el primer episodio de su enfermedad. Fue internado en un hospital psiquiátrico. Salió y decidió ser ingeniero agrónomo. Lo consiguió. Tuvo un segundo episodio y nunca más pudo trabajar.

A partir de ahí, según relató el director general, el joven enfermo pasó mucho tiempo en la calle tocando la guitarra. Le llamaba todos los días. Estuviera negociando el contrato que fuese en cualquier lugar del mundo. Entonces le dejaba un breve mensaje detrás del que se oía el sonido del agua de la fuente de su pueblo.

Faber, que también había estudiado en HEC, explicó que tuvo que aprender a negociar con alguien que había perdido la razón. Se cultivó en el arte de buscar a su hermano por las calles y a desenvolverse en el mundo de los hospitales psiquiátricos. Descubrió entonces la belleza de la alteridad y subraya que fue entonces cuando se dio cuenta que «el desafío de la economía y de la globalización es la justicia social».

«Nosotros -añadió- podemos levantar muros cada vez más altos como Arabia Saudí con Yemen o como lo hace Estados Unidos con México. Pero nada detendrá a los que tienen necesidad de compartir lo nuestro».

Los recién graduados lo escuchaban en silencio, serios. Tras rememorar que la llamada más dura que jamás recibió en su vida fue en la que le indicaban que su hermano sufría una grave enfermedad, Emmanuel Faber les advirtió a los estudiante que tienen entre sus manos un «instrumento muy poderoso» con el que pueden cambiar el mundo.

Les informó de que sufrirán tres grandes enfermedades que llegarán con facilidad tras la graduación: poder, dinero y gloria.

Esas tres enfermedades las diseccionó verbalmente de la siguiente manera: «De la gloria, olvidaros, es una carrera sin fin que no conduce a ninguna parte. Las listas de famosos están para que la gente busque su nombre, pero a nadie le interesan. En cuanto al dinero… ¡Conocí a tanta gente que son prisioneros de lo que ganan!. Nunca seáis esclavos del dinero. Sed libres. Y en cuanto al poder, mirad a vuestro alrededor y veréis que hay mucha gente que tiene poder y que no hace nada más que conservarlo para asegurarse de mantenerlo un día más. El poder solo tiene sentido si vuestro liderazgo es de servicio» de la sociedad.

Nacido en Grenoble en 1964, Emmanuel Faber trabajó para empresas como Bain &Company y para bancos como Barings. Fichó por Danone en 1997, cuando se hizo cargo de la jefatura de finanzas, estrategias y sistemas de información; en el 2014 saltó a la dirección general.

Aseguran en Excellence Management que su sueldo ronda los 3 millones de euros al año y que la parte correspondiente a primas ybonus los reparte en obras de caridad. Casado y con tres hijos, circula por la capital gala en un modesto Clio. Recuerdan que «aunque no ha participado directamente en política, fue uno de los grandes apoyos de la democristiana Christine Boutin, ministra de Vivienda bajo la presidencia de Nicolas Sarkozy. El director general protagonista de esta historia es católico practicante, no fuma, come poco y durante su juventud pasó un verano en Delhi con las misioneras de la Caridad de la Madre Teresa.

Emmanuel Faber no es ni mejor ni peor que nadie, pero lo que está claro, y mucho, es que tampoco es un ejecutivo al uso.

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Empezar el día


cupula

Pintura: Miquel Barceló
«Que la tierra se vaya haciendo camino ante tus pasos, que el viento sople siempre a tus espaldas, que el sol brille cálido sobre tu cara, que la lluvia caiga suavemente sobre tus campos y, hasta tanto volvamos a encontrarnos, que Dios te lleve en la palma de su mano».
Bendición irlandesa
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La vida como arte


microcambios

No imagino la vida sin la buena literatura. Me encantan los libros que te leen a medida que tú los vas leyendo. Como Intimidad y sus incesantes «apuñalamientos» . Como muestra esta breve reflexión de su protagonista. 

«Si vivir es un arte, desde luego es un arte extraño, un arte total, y especialmente el arte del placer vigoroso. Su forma desarrollada implica la aglutinación de un cierto número de cualidades: inteligencia, encanto, buena suerte, virtud natural, junto con sabiduría, buen gusto, conocimiento, comprensión y la aceptación de la angustia y el conflicto como parte de la vida. La riqueza no sería indispensable, pero sí la inteligencia que nos permitirá acceder a ella cuando fuese necesario. De las personas que conozco, las que poseen talento para la vida son las que disfrutan de una existencia libre, conciben grandes proyectos y los ven realizados. Son también, la mejor compañía».

Intimidad. Hanif Kureishi