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El amor está en lo que tendemos…


Me he acordado de este poema de Valente. Remato un año de poca escritura en Microcambios. Os deseo todo el amor que podáis dar y recibir. Nunca será poco ni demasiado. Siempre será equitativo y necesario. No hay mejor forma de despedir el año. Os deseo amor.

Manuel Viola (Museo Reina Sofía)


El amor está en lo que tendemos
(puentes, palabras ).

El amor está en todo lo que izamos
(risas, banderas).

Y en lo que combatimos
(noche, vacío)
por verdadero amor.

El amor está en cuanto levantamos
(torres, promesas).

En cuanto recogemos y sembramos
(hijos, futuro).

Y en las ruinas de lo que abatimos
(desposesión, mentira)
por verdadero amor.

José Ángel Valente

«Breve son» 1968

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Empezar el día


cupula

Pintura: Miquel Barceló
«Que la tierra se vaya haciendo camino ante tus pasos, que el viento sople siempre a tus espaldas, que el sol brille cálido sobre tu cara, que la lluvia caiga suavemente sobre tus campos y, hasta tanto volvamos a encontrarnos, que Dios te lleve en la palma de su mano».
Bendición irlandesa
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Levantarse millonetis


Pues sí, hoy me he levantado con la sensación de millonetis y quería compartirla. Millonetis a mi manera, eso sí, con el increíble caudal compuesto por estas magníficas inversiones:

dos ojos que acaban de ver el cielo grisáceo del mes de mayo

una boca que saborea un sorbo de te como la primera vez que lo probé

una nariz que olisquea el aroma de las tostadas recién hechas

unas manos hábiles que encienden el interruptor de la luz

dos oídos atentos al aleteo de las gaviotas sobrevolando la lonja del puerto

Y como colofón una alegría, la ilusión de que es posible regalar actos de amor a tutiplén, pequeñas cosas para hacer a alguien feliz en tan solo un momento.

Aquí hay unas cuantas ideas:

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Misterio


 

 

microcambios

Pintura: Georgia O´Keeffe  

Existía ese inmenso mundo exterior, independiente de nosotros los seres humanos y anterior a nosotros como un gran misterio eterno, aunque accesible en parte a nuestra observación y conocimiento. La contemplación de ese mundo supone una liberación.

 

Albert Einstein

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¿Dónde está el oro?


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Mi misión es encender la chispa, por  eso dedico mi tiempo y esfuerzos a compartir con los demás todos los recursos que encuentro útiles para ampliar la conciencia y generar cambios que faciliten la vida de las personas e incrementen su bienestar.  Este es un enlace interesante con centenares de aportaciones en todos los soportes. Te invito a que investigues por tu cuenta y amplies tu caudal de información. Y de paso, te hagas más rico en sabiduría.

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El secreto de cambiar un hábito



rueda

Ilustración: http://pixabay.com/

Cualquier hábito consta de tres elementos que se reproducen inconscientemente una y otra vez:

1.La señal o desencadenante
2.La rutina
3.La recompensa

El primer elemento del hábito obedece a un impulso inconsciente.

El segundo elemento se refiere a la conducta que desarrollamos frente a la señal.

El tercer elemento es lo que obtenemos de ese comportamiento rutinario.

Pensemos en el hábito de posponer. Primero aparece la señal: puedes hacerlo mañana, luego la rutina: olvidar la obligación mediante la distracción o la elección de alguna acción mucho más placentera y luego la recompensa: he conseguido alargar en el tiempo o suprimir algo que me aburre y me fastidia.

El primer paso para el cambio será averiguar qué recompensa obtengo de zafarme de cuanto me produce fastidio o aburrimiento.
¿El temor a hacerlo no tan bien como desaría? ¡Señales de alarma: tropiezo con el perfeccionismo! ¿Puede ser mala gestión del tiempo? Oh, oh, aquí pita la desorganización. ¿Podría ser, en todo caso, porque creo que en el último momento lo haré y será suficiente? Me apoyo en mi confianza sobre acciones del pasado. A pesar del estrés innecesario, de una u otra manera lo he acabado resolviendo siempre.

El bucle del hábito nos advierte que el cambio no se producirá si no se altera la conducta repetitiva del mal hábito. Mal que nos pese, la señal y la recompensa son inconscientes y van a aparecer una y otra vez; o sea siempre. Poco podemos hacer por suprimirlas.

Para cambiar la rutina de este mal hábito tendré que experimentar mediante el método de prueba y error. Si es por perfeccionismo tengo un problema con mi confianza, no creo estar a la altura de mis expectativas. Si es por desorganización, necesito sacar cosas de mi vida y aligerar el peso de mis obligaciones. Y si es porque sospecho que finalmente lo resolveré, necesitaré eliminar el estrés.

En consecuencia, una vez reconocida la recompensa, sólo queda actuar en el plano de la conducta y hacer cosas diferentes. Las soluciones intentadas en el pasado sólo perpetúan las malas rutinas y nos perjudican.

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3 sitios en la red que me nutren


internet
El post de hoy va sobre los sitios en la red que me ayudan a aprender y ampliar miras. Soy de la teoría de Jim Rohn de que siempre es más interesante invertir en mejorar la persona que en mejorar la disciplina o la destreza que uno posee. Aquí está mi lista:

http://manuelgross.bligoo.com/
http://daringtolivefully.com/
http://www.happiness-project.com/

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La magnitud del atrevimiento


Teddy-Roosevelt
He encontrado la cita de Roosevelt mencionada en varios textos de diferentes autores. A ellos, como también a mí, les fascina la claridad con que el político resume la belleza del atrevimiento desde la vulnerabilidad humana. La cita de este discurso, leído en la Sorbona hace más de cien años, es aplicable sobre todo a nuestros retos más personales. Cuando la releo nunca me vienen a la cabeza hazañas laborales, más bien pienso en lo más consustancial a cada ser humano: una vida vivida, auténtica, sin renuncia, sin miedo, valiente, honorable, bondadosa y justa.

«No es crítico el que cuenta; no el hombre que señala al fuerte cuando tropieza o el que hace algo porque podría haberlo hecho mejor. El crédito es para el que está en la palestra; el que tiene la cara curtida por el polvo, el sudor y la sangre; el que se atreve valientemente; el que yerra y no atina una vez tras otra, porque no hay victoria sin yerro ni puntería al primer golpe; el que lucha por conseguir lo que quiere; el que vive movido por grandes entusiasmos y devociones; el que empeña sus fuerzas en una causa justa; el que, si la suerte le sonríe, paladea al final las mieles del máximo triunfo, y si no, si fracasa, por lo menos fracasa por la magnitud de su atrevimiento, para que su lugar nunca esté con los espíritus timoratos que no conocen victoria ni derrota«.

Theodore Roosevelt (1910. Leído en La Sorbona)