Etiqueta: dar
No cerrar nunca las manos
Pintura: Rafael Canogar
«Lo que nos queda palpita
en lo mismo que nos damos.
¡Darte, darte, darnos, darse!
No cerrar nunca las manos.
No se agotarán las dichas,
ni los besos, ni los años,
si no las cierras. ¿No sientes
la gran riqueza de dar?
La vida
nos la ganaremos siempre,
entregándome, entregándote».
Pedro Salinas (Del poemario Razón de amor)
Levantarse millonetis
Pues sí, hoy me he levantado con la sensación de millonetis y quería compartirla. Millonetis a mi manera, eso sí, con el increíble caudal compuesto por estas magníficas inversiones:
– dos ojos que acaban de ver el cielo grisáceo del mes de mayo
–una boca que saborea un sorbo de te como la primera vez que lo probé
–una nariz que olisquea el aroma de las tostadas recién hechas
–unas manos hábiles que encienden el interruptor de la luz
–dos oídos atentos al aleteo de las gaviotas sobrevolando la lonja del puerto
Y como colofón una alegría, la ilusión de que es posible regalar actos de amor a tutiplén, pequeñas cosas para hacer a alguien feliz en tan solo un momento.
Aquí hay unas cuantas ideas:
Tan solo si te fijas…
Tan fácil como prestar atención a lo que pasa a nuestro alrededor, tan fácil como querer ser amable, tan fácil como ser agradecido, tan fácil como pensar en los demás, tan fácil como ser empático, tan fácil y tan difícil…
Solo uno mismo puede cambiar las cosas que suceden ahí adentro y se reflejan ahí afuera.
Lo que el dinero no puede comprar
Inspirador y emotivo. Gracias a mi amiga María Noel por descubrírmelo. Me inspira a vivir el día con más atención a los detalles, por mí misma y por los demás.
De lo que se siembra se recoge
¡Conmovedor e inspirador! La vida tiene tantas vueltas…
No se puede jugar al ping pong con uno mismo
Con este breve post, Seth Godin vuelve a dar en la diana. Me gusta especialmente su título: ocurrente, divertido, creativo… Para leerlo en inglés: http://sethgodin.typepad.com/seths_blog/2013/06/tit-for-tat.html
Quid pro quo (No se puede jugar al ping pong con uno mismo)
«La ironía de «conseguir a cambio de dar» es que no funciona tan bien como una simple donación. Dar porque te importa, porque tienes algo que decir y porque te sienta bien.
Bloggers que miden el rendimiento de la inversión de cada palabra, tuiteros que ven la plataforma como una herramienta de auto-promoción en lugar de una herramienta de ayuda a otros, y ésos otros que no contribuirán a la Wikipedia y proyectos semejantes porque no hay retorno…estas personas no saben de qué va el tema.
No es tan difícil averiguar quién forma parte de la comunidad en línea por las razones correctas. Se puede ver en la propia escritura y en las acciones. Y esas son las personas a las que escuchamos y en las que confiamos. Lo cual, paradójicamente, por supuesto, quiere decir que éstas son las personas que elegiremos para hacer negocios.
Y sí, tú vas a aportar mucho. Pero en el largo plazo, es posible que obtengas más de lo que contribuyes».
Sobre la bondad
Hay algo hipnótico en las personas bondadosas, una especie de necesidad de estar en su compañía, de frecuentarlas y penetrar en su esencia. La bondad tiene algo de inaprensible, de fuerza experiencial. Es difícil que case con la razón porque su lenguaje choca una y otra vez contra la lógica del «dar para recibir». Pocas veces se manifiesta con palabras porque su esencia es «el hecho», la demostración. Surge de la profunda penetración en el otro, de comprender sus necesidades y actuar. La bondad está en las antípodas de la mentira y la impostura; en tanto a genuína expresión de amor, casa muy mal con el fingimiento. La bondad es la cualidad que más valoro en un ser humano.
Cuando me tropiezo con ella, encajada en uno de estos seres especiales que la poseen y hacen de su práctica una misión de vida, yo misma me siento más humana, más cercana al concepto de amor. Porque nos mejora, porque nos contagia, porque es una lección silenciosa, manifiesto mi rendida admiración a todos los bondadosos/as del orbe. Gracias a ellos jamás pierdo la confianza en la naturaleza humana.
Invertir en un buen Plan de Emociones
Esta mañana, después de la ración habitual de truculencias en el mundo con el que mi periódico me premia por haber salido de la cama, he resuelto coger lápiz y papel para redactar una lista de las cosas en que soy rica. Sabía que iba a ser larga porque, por algo, lleva el mundo existiendo millones de años, pero no imaginaba cuánto. Realmente no es que sea rica, es que soy millonaria. El descubrimiento, admitámoslo, volvería loco de contento a cualquiera y yo soy como cualquiera, así que he decidido compartir cómo he llegado a esa conclusión y qué cálculos he realizado para evaluar mi fortuna. Debo, sin embargo, hacer una confesión previa. Desde hace unos meses estoy empleada a fondo en ver el mundo al revés a como lo contemplan los medios de comunicación y los aguafiestas. Acepto la existencia de la maldad gratuita, la injusticia, la avaricia, la codicia, la tristeza, la envidia, el resentimiento, la insignificancia, la mentira, la avidez pero les he quitado toda su relevancia al apartarlas del foco de mi atención. Ahora estoy enfocada en aspectos de la existencia más satisfactorios y productivos para mí como la verdad, la valentía, la compasión, la generosidad, el altruismo, la honradez, la dignidad, el agradecimiento, la solidaridad, la libertad y el respeto. He conseguido, gracias a mi tozudez y mi compromiso con mi verdad, ver y sentir de otra manera. En cierto modo discurro por el mundo en versión Taoísta. Percibo los colores, los matices de la luz y las diferentes texturas de las cosas; rechazo el burdo blanco y negro de las imposiciones porque la realidad sólo es como cada uno la construye, ni más ni menos. El hecho de elegir a qué atiendo me convierte en una astuta ahorradora de felicidad. Ahora soy más feliz y más inteligente de lo que era antes de contratar un plan de emociones, sobre todo porque en el Haber mis activos en positivismo han crecido como la espuma. Probablemente muchos de vosotros sepáis de qué hablo porque ya formáis parte de esa revolución tozuda que se rebela contra la tiranía del pesimismo.
Al menos, si estoy equivocada y milito en la filosofía equivocada, me habré llevado a la tumba más felicidad y compasión y muchos menos malos ratos que los adeptos al mundo cruel, injusto, arbitrario e inhumano que, por cierto, son legión.
He descubierto, en mi lista de riquezas, que donde pongo plan A y luego plan B, plan C, Plan D, etcétera, todos conducen al mismo sitio que al de A. Con esa hoja de ruta en la búsqueda de sentido es imposible perderse.
Y ahora llega la breve explicación de mi extraordinaria condición de millonaria. Tan pronto como han rebotado sobre la hoja de papel los nombres de personas, las ideas, los lugares, los pensamientos, los hechos, los sentimientos y las cosas que debo incluir en el inventario de bienes, ha saltado la sorpresa: soy una millonaria que no puede arruinarse ni perder nada de lo que tiene, porque nada me pertenece en propiedad. Sólo soy una usufructuaria perpetua. No puedo vender ni traspasar nada, pero puedo dar y recibir. Cuanto quiera, además. Si doy más para aligerar mi fortuna, recibo el doble; así que por mucho que dé, jamás dejo de recibir. Aunque quiera ser pobre no puedo. Bueno sí, puedo llegar a ser pobre de dinero.
Mi conclusión es que la inversión óptima en estos momentos pasa por la suscripción de un buen plan de emociones en la ventanilla libre de pesares. Te sentirás como el gran Machado: ligero de equipaje, casi desnudo… Y por ende millonario/a en … liviandad, compañía, generosidad, agradecimiento, consuelo, amor, alegría, esperanza….
¿Es tan difícil?
No, no es tan difícil. Pero algunos de nosotros hacemos que sea difícil. Todos los individuos de nuestra especie necesitamos recibir el aprecio, el contacto físico de otro semejante y este experimento de regalar abrazos pone de manifiesto que la vergüenza no nos deja ser espontáneos ni admirar de buen talante una iniciativa tan humana. Por suerte, existe mucha gente que sí quiere fundirse con otra, aunque no la conozca, en un abrazo universal. Te mando mi abrazo que me ha llegado de rebote desde los brazos de una amiga muy querida.