Enfrascada en la lectura de un libro encuentro de repente pensamientos escritos que chocan como un iceberg contra el casco de un barco en plena navegación y retienen la mirada sobre las palabras diseminadas por la hoja blanca. Como éste de la narradora de Middlemarch:
«Nosotros los mortales, hombres y mujeres, devoramos muchas desilusiones entre el desayuno y la hora de la cena; contenemos las lágrimas, palidecemos un poco, y al contestar a las preguntas decimos: «No, no me ha pasado nada!» Nos ayuda el orgullo; y el orgullo no es una cosa mala cuando nos impulsa a ocultar nuestras heridas… en lugar de a hacer daño a otros».
Hola Cecilia,
Pienso que es una gran verdad. En última instancia el orgullo, o la dignidad, pueden ser un arma muy poderosa para cuando “no puedas más” apelando a esa fuerza oculta que tenemos en nuestra alma.
La verdad que lo de hacer daño a los demás es un tema que aún no me deja de asombrar la capacidad que tenemos de ser violentos y agresivos, cuando nos “sentimos atacados” y en ese sentirse atacado es un coctel explosivo de: miedo, falta de auto-amor y soledad.
En cualquier caso algunas palabras y todas las sonrisas y abrazos, ayudan en esta travesía…
Te deseo un buen inicio de curso y que tu libro aflore y aparezca, pues creo que son de esas palabras que comentaba en el párrafo anterior, que pueden ayudar.
Gracias y un abrazo.
Gracias por tu comentario Salva. Las palabras de George Eliot encierran una gran agudeza sobre la condición humana y son compasivas. Te deseo un buen inicio del otoño después de este verano que se nos va a ráfagas. En cuanto a mi libro creo que pronto verá la luz y me sentiré muy contenta de poder compartirlo con lectores tan agradecidos como tú. Un abrazo