Una vida sin tensiones es una falacia. En momentos difíciles tendemos a pensar que sería perfecto ser más equilibrados, lo cual no deja de ser una paradoja pues como apunta Emerson: cuando está oscuro, vemos las estrellas. Las estrellas requieren la oscuridad de la noche y ésta es la razón de que Jung reflexione: Los conflictos más graves, si se superan, dejan tras de sí una sensación de seguridad y tranquilidad que no es fácil de destruir. Lo que el ser humano necesita de verdad para salir adelante es esforzarse y luchar por algo que valga la pena. Este es el verdadero sentido de la luz al final del túnel: comprender esa llamada de la vida, lo que está en espera de que se cumpla: el por qué del célebre aserto de Nietzsche: «quién tiene un por qué encuentra el cómo». La mentalidad de crecimiento, a la que me he referido en otras ocasiones, ayuda a desarrollar la inteligencia y el potencial de la persona y en consecuencia a no hundirse cuándo el viento no sopla a nuestro favor. Un fracaso siempre es un suceso, no una característica de la persona. La lucecita al otro lado nos advierte que tenemos recursos suficientes para arreglar el desaguisado. Podemos seguir adelante porque en la carrera de obstáculos lo importante no es el obstáculo en sí sino nuestra actitud al enfrentarnos a él.