Publicado en La caja de herramientas

Cosas importantes que he aprendido (de otros)


 


Microcambios, Me mudo de sistema

 

 

1. Pérdidas de tiempo.Tratar de impresionar a gente no te cae bien. (Timothy Ferris)

Y una aplicación: dedicar el posible estrés a impresionar a alguien que  admires y valga la pena.

2.¡Procrastinadores, atentos!  Mientras aplazamos las decisiones, la vida transcurre (Séneca)

Y una aplicación: no digas que «ya verás» a un acontecimiento que te acaban de proponer y no te apetece. No pospongas la decisión a sabiendas de que será no. Mejor informa que «desgraciadamente»  casi seguro  no estarás disponible, pide a quien te ha invitado que no esté pendiente de ti y si eres de los «queda bien» comenta que si cambia la situación se lo harás saber. ¡Listo!

3. Fugas de energía y tiempo.Buscar la validación en los lugares equivocados  (Seth Godin)

Y una aplicación:  huye como de la peste de las críticas destructivas y los celos de alguien que no desea que te vaya bien, pues que le vayan dando…

4. ¡Cree!  La esperanza consiste en mantener la alegría en situaciones que sabemos desesperadas (Chesterton)

Y una aplicación: la experiencia nos dice que las cosas buenas y malas acaban diluyéndose en nuevas circunstancias. Eso, sea lo que sea, también pasará.

5.Herramienta anti perfeccionismo. Todos los buenos escritores escriben primeros borradores de mierda (Anne Lamott)

Y una aplicación: ¡relájate! Ni es tan importante ni tan urgente. Solo es un primer ensayo y nadie está juzgando tus tanteos (da igual el ámbito en el que te muevas).

6.¡Cierto! Si vives pensando que la gente es, en general, buena e interesante, descubrirás los aspectos buenos e interesantes de aquellas personas con las que te relaciones (Brendon Burchard)

Y una aplicación: en lugar de ver a los demás como competidores intenta verlos como  dignos adversarios. Si insistes en  el matiz negativo los etiquetas como  obstáculos, pero si lo haces de forma admirativa, reconoces sus virtudes y admites que pueden sacar lo mejor de ti mismo.

7. Predisposición hacia la generosidad. El resultado final de la bondad es que atrae a la gente hacia ti (Annita Roddick)

Y una aplicación: a todos nos gusta recibir, ya sea colaboración, aprecio, regalos, ayuda inesperada, comprensión, consuelo, compasión, empatía…

8. ¡Observa! La falta de motivación a menudo está relacionada con sentimientos ambivalentes (Joe Vitale)

Y una aplicación: piensa en el miedo cuando haya falta de claridad a la hora de hacer o tomar decisiones. Es el obstáculo habitual. Para superar el bloqueo  determina en qué nivel te encuentras: aterrado, inquieto, con pocas ganas, confundido y/o necesitado de ayuda externa. Luego obra en consecuencia porque cada nivel requiere de una acción diferente.

9. La actitud es todo. La mayor parte de nuestra felicidad o miseria depende de nuestra disposición y no de nuestras circunstancias (Martha Washington)

Y una aplicación: cuando algo te salga mal, rematadamente mal, piensa que esta vez ha sido así, pero no te tomes endiabladamente en serio a ti mismo/a. Reserva el tiempo necesario para lamerte las heridas y luego, en pie. La diferencia entre el éxito y el fracaso radica en la perseverancia. Persevera en tener un buen carácter.

10. Insiste en la simplicidad. Bueno es mejor que perfecto (Regina Spektor)

Y una aplicación: No pierdas el tiempo tratando de decidir cuál será la mejor mermelada entre veinte botes. Elige una y si no aciertas, la próxima vez elige otra. (Esto también vale para las vacaciones, el trabajo, la indumentaria… Vamos para cualquier cosa).

11.Sabiduría vital:  «Antes de hablar, escucha. Antes de escribir, piensa. Antes de gastar, gana. Antes de invertir, investiga. Antes de criticar, espera. Antes de orar, perdona. Antes de abandonar un hábito, haz. Antes de la jubilación, guarda. Antes de morir, da  (William A. Ward)

Y una aplicación: el hábito de la sensatez se adquiere practicando todos los días el sentido común. Y este aconseja dejar la tarjeta de crédito en casa cuando los gastos superan a los ingresos o esperar que alguien te explique qué ha pasado con un malentendido antes de saltarle  a la yugular.

12.Revisa la escasez.  La falta de dinero no es un obstáculo. La falta de una idea es un obstáculo  (Ken Hakuta)

Y una aplicación: Imagina que el dinero es la gasolina que necesitas para que el coche circule . Si te pasas la vida con el indicador de combustible en reserva  buscando con desesperación una gasolinera para no quedarte tirado es hora de hacer acopio de ideas: ¿comparto coche? ¿me consigo una bici? ¿me traslado a un lugar donde pueda ir a todos lados a pie?  Metáforas todas para salir del atolladero con el auxilio de la  inteligencia.

 

 

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Publicado en Microideas

El secreto de cambiar un hábito



rueda

Ilustración: http://pixabay.com/

Cualquier hábito consta de tres elementos que se reproducen inconscientemente una y otra vez:

1.La señal o desencadenante
2.La rutina
3.La recompensa

El primer elemento del hábito obedece a un impulso inconsciente.

El segundo elemento se refiere a la conducta que desarrollamos frente a la señal.

El tercer elemento es lo que obtenemos de ese comportamiento rutinario.

Pensemos en el hábito de posponer. Primero aparece la señal: puedes hacerlo mañana, luego la rutina: olvidar la obligación mediante la distracción o la elección de alguna acción mucho más placentera y luego la recompensa: he conseguido alargar en el tiempo o suprimir algo que me aburre y me fastidia.

El primer paso para el cambio será averiguar qué recompensa obtengo de zafarme de cuanto me produce fastidio o aburrimiento.
¿El temor a hacerlo no tan bien como desaría? ¡Señales de alarma: tropiezo con el perfeccionismo! ¿Puede ser mala gestión del tiempo? Oh, oh, aquí pita la desorganización. ¿Podría ser, en todo caso, porque creo que en el último momento lo haré y será suficiente? Me apoyo en mi confianza sobre acciones del pasado. A pesar del estrés innecesario, de una u otra manera lo he acabado resolviendo siempre.

El bucle del hábito nos advierte que el cambio no se producirá si no se altera la conducta repetitiva del mal hábito. Mal que nos pese, la señal y la recompensa son inconscientes y van a aparecer una y otra vez; o sea siempre. Poco podemos hacer por suprimirlas.

Para cambiar la rutina de este mal hábito tendré que experimentar mediante el método de prueba y error. Si es por perfeccionismo tengo un problema con mi confianza, no creo estar a la altura de mis expectativas. Si es por desorganización, necesito sacar cosas de mi vida y aligerar el peso de mis obligaciones. Y si es porque sospecho que finalmente lo resolveré, necesitaré eliminar el estrés.

En consecuencia, una vez reconocida la recompensa, sólo queda actuar en el plano de la conducta y hacer cosas diferentes. Las soluciones intentadas en el pasado sólo perpetúan las malas rutinas y nos perjudican.

Publicado en Libros recomendados

Por qué dejamos para mañana lo que podemos hacer hoy


Procrastinación

Autor: Piers Steel

Editorial: Grijalbo

Reseña: Eddie, Tom y Valerie  son tres procrastinadores diferentes. Igual que un coche se queda tirado porque no tiene gasolina, se le ha pinchado un neumático o la batería se ha agotado, hay multitud de casusas de la procrastinación incluso aunque el comportamiento sea el mismo. Eddie, Tom y Valerie representa una faceta de la ecuación de la procrastinación, la fórmula matemática diseñada para cuantificar las dilaciones irracionales.

                                    Expectativa x valoración


Impulsividad x demora de la satisfacción

Estos factores: expectativas, valoración, impulsividad y demora de la satisfacción nos dan la clave de por qué no hacemos lo que tenemos que hacer cuando tenemos que hacerlo y en su lugar o posponemos indefinidamente o cargamos nuestra vida de estrés, mediocridad y resultados decepcionantes que nos dejan más tocados aún en una escalada para la que no hay término.

Piers Steele utiliza un lenguaje coloquial, ágil y repleto de sentido del humor para llevarnos de viaje por el apasionante  mundo de «mañana mejor que hoy».  Pero a diferencia de los eruditos que se lanzan sobre un tema para contarlo todo, Steel avanza sobre los análisis y propone al lector un minucioso y entretenido programa para conseguir cambios definitivos.  E incluso aconseja al lector que no se pase eliminando toda la procrastinación  pues el perfecccionismo sólo trae la infelicidad, la obsesión y la eliminación de cualquier posible disfrute de la vida. Así que todo en su justa medida.

Muy entretenido el capítulo sobre  la historia de la Procrastinación, así como las citas y anécdotas sobre personajes célebres. La amenidad es una de las grandes virtudes del libro y de su contenido. Lo leeré más de una vez para integrarlo y asimilarlo. Como dice Dan Pink sobre él «aprenderás algunos detalles sorprendentes, así como técnicas para saber cortar a tiempo la tentación» . Una lectura que no debe dejarse para pasado mañana, mejor hoy.

A quién recomiendo la lectura: a los procrastinadores de libro

Publicado en Pensando en voz alta

Posponer es propio de la naturaleza humana


Estas palabras de sabio me recuerdan que debo dejar el blog y finalizar el capítulo del libro que tengo pendiente; sin embargo, no me resisto a compartirlas porque son de una lucidez aplastante.

«Piensa en todos los años que han pasado en los que te decías «lo haré mañana», y en como los dioses, una vez y otra, te concedían períodos de gracia de los que no has sacado ningún provecho. Es hora de que comprendas que eres parte del universo, que has nacido de la naturaleza misma; es hora de que sepas que tu tiempo está tasado».

Marco Aurelio

Publicado en Microideas

Teoría de la bola de nieve


El mayor obstáculo de «no hacer» se encuentra en la costumbre de enredarnos en excusas: «esto es una pesadez», «me va a llevar un montón de tiempo», «todavía no estoy preparado/a» y como éstas decena más de excusas. La razón última de aplazar se haya en la pereza y la pereza es la mayor encubridora del miedo: miedo a no hacer bien las cosas, miedo a defraudar, miedo a no dar la talla. El miedo proporciona el permiso por adelantado para el fracaso, así que lo más probable es que ni lo intentemos.

Pero hay una imagen perfecta para reflexionar sobre la postergación: la de la insignificante bola de nieve cayendo por una ladera repleta de nieve y haciéndose cada vez más grande y poderosa. Su simple evocación debería resultar disuasoria. A mí me funciona. Cuando aparto algo de mi mente porque no tengo ganas, suelo acordarme de la inocente bola de nieve rodando y engordando hasta  convertirse en un auténtico peligro. Tal vez esta imagen no valga para todo el mundo. De todas formas aquí está: tan gráfica como directa.

Publicado en Artículos de blogs que nos interesan

Dieciocho consejos para abandonar el hábito de aplazar


Marelisa está a punto de publicar un nuevo libro sobre el tema del que escribía en mi última entrada https://microcambios.com/2011/09/09/demasiada-preparacion/  las trampas de buscar todo tipo de excusas para no hacer las cosas. Será un libro muy interesante y útil para muchos/as «aplazadores/as» entre los que me cuento. De su post he extraído los 18 consejos para aplazadores.   El post completo, en inglés, lo podéis encontrar en http://abundance-blog.marelisa-online.com/2011/09/09/tips-overcome-procrastination/

Ahora, sin más preámbulos, aquí están los 18 consejos:

1. No saques las tareas fuera de su contexto y proporción: Deja de decirte a ti mismo que tu carrera, el futuro de tu negocio, e incluso tu éxito en la vida depende del resultado de esta acción. Si lo haces metes demasiada presión sobre ti y por tanto cualquier excusa te sirve para no hacerlo.

2.Abandona el pensamiento de todo o nada . No digas eso de: “ si no puedo hacerlo perfectamente, mejor no lo hago”. Cualquier acción imperfecta es mejor que la inacción perfecta.

3. Cambia tu pensamiento de «tener que» a «elegir». Puedes postergar porque te sientes forzado por otra persona para realizar una tarea que no deseas hacer. Por ejemplo, puedes pensar que tu cónyuge te trata de manipular para que arregles la valla rota. Y como no te gusta sentirte manipulado eliges aplazar y en su lugar:

  • Ver la tele
  • Jugar con la vídeoconsola.
  • Pasear al perro.

En lugar de decirte a ti mismo que no tienes por qué  arreglarla escoge el mensaje de que eliges hacerlo para hacer feliz a tu cónyuge, la persona a la que quieres.

4. Divide las tareas en partes más pequeñas. Una de las principales razones por las que postergamos es porque el proyecto, al que tenemos que hacer frente, es tan grande que no sabemos por dónde empezar. Esto nos abruma. Los estudios demuestran que cuando los niños están viendo la televisión y no entienden lo que ven, miran hacia otro lado.

Los adultos hacen lo mismo cuando se siente confundidos: si no sabes cómo empezar un proyecto, «miras hacia otro lado» y empiezas a buscar una distracción o algo más que hacer. Lo útil, sin embargo, es  dividir el proyecto en pequeñas partes  más manejables.

5. Recompénsate. Prómetete a ti mismo que si te sientas en el escritorio y trabajas en tu declaración de impuestos durante 45 minutos sin interrupciones, te recompensarás con los deliciosos brownies que aguardan en la nevera.

6. Hazte tres preguntas. Antes de empezar a trabajar en cualquier tarea, dispara estas tres preguntas:

  • ¿Estoy dando el mejor uso a mi tiempo en este momento?
  • ¿Soy la persona más adecuada para realizar esta tarea?
  • ¿Estoy usando esta tarea como una excusa para no tener que trabajar en otra cosa que es más importante?

7. Mantén un registro de cómo gastas tu tiempo. Toma un cuaderno y un bolígrafo y durante toda la semana anota todo lo que haces y la cantidad de tiempo que pasas en cada cosa. Te sorprenderá descubrir  la  enorme cantidad de tiempo sin rumbo navegando por la web, leyendo blogs (que en realidad no ayudan a mejorar su calidad de vida), «chateando» en Twitter, y así sucesivamente. Pregúntate cómo mejoraría tu vida si utilizaras ese tiempo de manera productiva.

8. Usa un cronómetro. Cuando empieces a trabajar en una tarea que has estado evitando, establece un temporizador para un período de tiempo específico, por ejemplo, cuarenta minutos. Y no apartes tu foco de la tarea hasta que no suene la alarma. Cuando suene el reloj, toma un breve descanso y luego, ajusta el temporizador para trabajar otros cuarenta minutos. Hazlo de nuevo.

9. Deshazte  de las visitas que se eternizan. Si la visita se alarga,  sigue este proceso para deshacerte de él o ella con cortesía:

  • Hazte con el control de la conversación.
  • En un momento dado interrumpe tu  propia charla
  • Mira tu reloj y di con énfasis: «¡Oh no! Ya son las tres y cuarto»

Este truco funciona siempre, y  no es grosero, porque tú no estás interrumpiendo a tu interlocutor sino a ti mismo. (Este es uno de los consejos recomendados por Mark Woods, autor del libro Attack Your Day! Before It Attacks You: Activities Rule. Not the Clock!).

10. Bloquea. Bloquea un día de la semana, o una hora de cada día, en el que no programes citas, aceptes invitaciones, o permitas interrupciones. Ese día u hora bloqueada es sagrado. Estás trabajando en un proyecto que es importante para ti.

11. Deja de decirte que tienes que esperar hasta que estés «en el estado de ánimo oportuno», para ponerte a hacerlo. A modo de ejemplo, si quieres ser escritor, tienes que fijar una hora a la que vas a escribir, por lo menos cada semana. En dicho tiempo, te sientas y comienzas a escribir. Incluso si no te sientes inspirado, y no tienes ganas de escribir.  De la misma manera, conviene actuar con coherencia en el logro de tus objetivos, te apetezca o no.

12. Ocúpate de preguntarte: «¿Qué debo hacer ahora?»  No tienes  que esperar hasta llegue el  plan perfecto y detallado de cómo vas a lograr tu objetivo. Actúa ya y céntrate en el momento. Puedes preguntarte: «¿Qué tengo delante?» Y «¿Qué puedo hacer ahora mismo para seguir adelante, aunque sea sólo  un poco?» Siempre seguir adelante, incluso si es sólo un centímetro cada vez.

13 . Hacer la tarea más agradable. Si la tarea que debes hacer es aburrida, es muy probable que no quieras empezar. Si este es el caso, encuentra maneras de hacerla más agradable.

14. Deshazte de las distracciones. Una gran parte del tiempo se pierde a causa de las distracciones, incluyendo correo electrónico, redes sociales, móvil, y así sucesivamente. Cuando vayas  a trabajar en algo importante, es necesario desconectarse de todas las distracciones. De esta manera, dedicas toda tu atención a  la tarea en cuestión.

15. Establece una penalización. Así como te premias cada vez que terminas una de las tareas que has establecido, debes imponerte una sanción si no completas tu tarea. A modo de ejemplo, por cada día que no te has sentado a trabajar en tu novela en el momento preestablecido,  tienes que poner diez euros en un fondo. Al final del mes,  tienes que donar el dinero a una organización no lucrativa que no te guste, como la Fundación Bush si no te gusta Bush, o la ANR si no les gustan las armas.

16. Pídele a alguien que te controle. Rendir cuentas es uno de los mejores métodos para protegerse de la dilación. Es más probable hacer el trabajo si tienes que rendir cuentas a alguien. Si  tienes problemas para empezar algo, encuentra quien te controle.

17. Asegúrate de dejar espacio en el calendario para el ocio. Puede parecer contradictorio, pero la programación de tiempo para el ocio es una inteligente manera de dejar de aplazar. Todos tenemos que dedicar tiempo a dejarnos ir,  relajarnos y disfrutar. Si sabes  que a las tres que estarás jugando al golf con tu  mejor amigo y el golf es una de tus actividades favoritas, es mucho más probable que te sientes y te pongas a trabajar que si te sientas y ante ti sólo tienes un duro día de trabajo.

18. Establece plazos para cada subtarea. Supongamos que tu jefe te asigna un proyecto para entregar en tres meses. En lugar de centrarte en el plazo de tres meses, rompe el proyecto en subtareas  y fija un plazo para cada una. De esta forma te aseguras de que el trabajo fluya en lugar de dejarlo todo para última hora.

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Mañana, mejor que hoy


La tendencia al aplazamiento es un tema interesante y por esta razón hay mucho escrito y publicado. Si eres de las personas que posponen indefinidamente, tal vez te venga bien leer las reflexiones que publica en su blog zenhabits.net, el bloguero y escritor Leo Babauta.

Babauta comienza interrogándose sobre las razones por las que aplazamos:

1. Buscamos la  gratificación instantánea. Estar en el sofá tumbado a la bartola se considera más agradable, en este momento que salir a correr. Leer blogs resulta  más fácil, ahora, que leer una novela clásica. Comprobar direcciones de correo o Facebook es más fácil, ahora, que meterse de lleno en el proyecto pospuesto. Comerse un pastel de chocolate, tan sabroso, es más apeticible ahora  mismo que comer verduras.

2. Tememos  algo terrible. No debemos escribir ese capítulo de nuestro libro, porque de ese modo eludiremos problemas con la escritura que no hemos tenido en cuenta (a menudo porque no lo hemos pensado). O podemos tener miedo porque vamos a fallar, o resultar ignorantes o estúpidos. Tenemos más miedo a lo desconocido, que tiene más poder porque no somos capaces de examinar este temor – escondido en una parte remota de nuestras mentes-. No actuar por temor  a algo que nos hace querer aplazar, posponer para no tener  siquiera que pensar en ello. Y por supuesto,  para hacer algo fácil y en lugar seguro.

3. Es fácil porque no hay consecuencias negativas en este momento. En los tiempos escolares había un profesor que te miraba por encima del hombro y te regañaba si no hacías tu trabajo. Así que tenías que hacerlo (pero algunos de nosotros hemos aprendido a sintonizar con la reprimenda, se entiende). Así que cuando llegamos a casa, como no hay nadie mirando por encima del hombro… no se produce ninguna consecuencia negativa inmediata por ver la tele o jugar juegos. Claro, que mañana obtendremos una mala calificación, pero ahora no importa. Lo mismo puede decirse del uso de Internet o de hacer otro tipo de tareas dilatorias. Vamos a pagar por ello más tarde, pero en este momento, nadie se enfada con nosotros.

4. Sobreestimamos nuestro propio futuro. A menudo tenemos una larga lista de cosas pendientes, porque creemos que podemos hacer mucho mañana. La realidad suele ser un poco peor de lo que esperábamos, pero eso no nos impide pensar que el futuro será diferente una vez más. Por la misma razón, creemos que está bien posponer las cosas, porque estamos seguros de que las vamos a hacer más adelante. Nuestro futuro sí será muy productivo. El problema es que nuestro futuro también soy yo, el yo perezoso.

Sobre este diagnóstico ofrece cuatro soluciones:

  1. Detenerse y pensar. Cuando no tenemos consciencia de lo que pensamos, aplazamos. En realidad hacer una pausa y detenerse en los pensamiento que, racionalmente podemos ver que están equivocados: gratificación instantánea en forma de holgazaneo, comer comida basura dará problemas en el futuro, es inteligente. Los temores son exagerados y no deben interponerse en nuestro camino. No tener consecuencias negativas ahora no significa que no habrá consecuencias más tarde. Nuestro propio futuro no es tan malo como nos gusta pensar. Así que pensar sobre lo que uno está haciendo, y empezar a hacer las cosas de forma  más racional, es importante. El pensamiento es el comienzo.

2. Disfruta del proceso.  Ponte en el momento y disfruta de cada acción. Por ejemplo, si quieres salir a correr, no pienses en la dura carrera que tienes por delante,  se trata de disfrutar de la sencillez de esa acción. A continuación, céntrate en conseguir verte fuera de la puerta de casa, que  no es difícil. Luego céntrate en el calentamiento con una caminata rápida o trote ligero, algo agradable y divertido. Y siente que tus piernas se calientan conforme comienzas a correr un poco más rápido. Disfruta del aire libre. Este proceso se puede hacer con cualquier cosa, desde lavar los platos a la lectura  o a la escritura. Diviértete en el momento, sin pensar en las cosas futuras con temor. Entonces la actividad puede ser agradable e incluso muy divertida. Y si lo es, no lo pospongas.

3. Establecer una rendición de cuentas. Si no hay nadie mirando por encima de nuestro hombro, tendemos a aflojar. Por lo tanto crear un entorno a prueba de la dilación – encontrar gente que te apoye responsablemente. Me he unido a un desafío en línea, para informar de mis entrenamientos en un foro. He hecho lo mismo para correr, dejar de fumar, escribir una novela. Sólo tienes que utilizar a tus amigos y familiares en Facebook o correo electrónico.

4. Bloquear tu futuro por ti mismo. Tu futuro depende de que tomes medidas. Así que actúa. Utiliza un programa para bloquear tu libertad de acceso a Internet para una cantidad predeterminada de tiempo, así tendrás centrarte realmente en vez de leer blogs. Apaga la televisión por cable, deshazte de la comida basura en casa en casa, corta las tarjetas de crédito … lo que sea necesario para que te sea muy difícil posponer las cosas o ceder a la tentación, o al menos tener fuerza de voluntad para hacer una pausa antes de hacer algo tonto.

Una mentalidad diferente se construye si:

1.Si Haces lo que te apasiona. Si haces lo que te emociona la mayor parte de tu tiempo, será menos probable que pospongas las cosas. Centrarte en por qué te apasiona, en lugar de los temidos aspectos de  la actividad. Yo lo hago y mi desidia es menor que nunca.

2. Procastina de forma productiva. Si vas a posponer las cosas, haz en su lugar otras productivas. Así que si no quieres hacer tu proyecto, por lo menos métete con alguna de las tareas más pequeñas que tengas pendientes.

3. A veces, la postergación está bien. No estoy contra la desidia, en absoluto. Esta guía es para aquellos que quieren vencer, pero también pienso que holgazanear puede ser una cosa hermosa. Leer material en Internet que me interesa no es malo. A veces, hay que ceder a la dilación. Pero otras veces, es posible que desees bajarte de la burra y realmente lograr algo.