El mayor obstáculo de «no hacer» se encuentra en la costumbre de enredarnos en excusas: «esto es una pesadez», «me va a llevar un montón de tiempo», «todavía no estoy preparado/a» y como éstas decena más de excusas. La razón última de aplazar se haya en la pereza y la pereza es la mayor encubridora del miedo: miedo a no hacer bien las cosas, miedo a defraudar, miedo a no dar la talla. El miedo proporciona el permiso por adelantado para el fracaso, así que lo más probable es que ni lo intentemos.
Pero hay una imagen perfecta para reflexionar sobre la postergación: la de la insignificante bola de nieve cayendo por una ladera repleta de nieve y haciéndose cada vez más grande y poderosa. Su simple evocación debería resultar disuasoria. A mí me funciona. Cuando aparto algo de mi mente porque no tengo ganas, suelo acordarme de la inocente bola de nieve rodando y engordando hasta convertirse en un auténtico peligro. Tal vez esta imagen no valga para todo el mundo. De todas formas aquí está: tan gráfica como directa.