En El arte de amargarse la vida Paul Watzlawick relata la historia del martillo, una auténtica joya de la paranoia y el pensamiento deductivo perturbado. Nos puede parecer una exageración, pero no lo es. ¿Cuántas veces nos anticipamos a algo que no ha ocurrido ni tiene visos de ocurrir porque nos sale la paranoia de paseo o el «si me lo sabré yo» o el «a mí me lo van a contar»? Siempre somos más listos que los demás, más precavidos y más astutos. Y hacemos gala de nuestra estupidez presuponiendo la hostilidad, mala leche y negatividad que donde están es dentro de nosotros fundamentalmente. Para muestra un botón, esta hilarante escena de Sopa de Ganso de los Hermanos Marx.