Ilustración: Maurice Sendak
Pagamos un precio elevado por :
-La indiferencia hacia emociones tóxicas propias
-No prestar atención atención a las sensaciones físicas que producen
-Desentendernos de cómo se leen estas en nuestro cuerpo cuando aparece el agobio o la presión
Una manera de acabar con este juego inconsciente de la mente que tanto nos agobia sería: tomar conciencia de las creencias y emociones que sustentan ese nudo en el pecho, esa sensación en la garganta, ese malestar o esa indefensión asumida. Al tomar conciencia del momento en que se manifiestan y, cómo se sienten en nuestro cuerpo, parándonos en el aquí y el ahora, observando qué estábamos pensando, qué hacíamos o con quién estábamos, aparece la epifanía.
Si no hacemos nada con la información que nos ha proporcionado nuestra propia observación, si no actuamos, seguiremos esclavizados por los mismos automatismos.
Esta esclavitud degenera en:
-Reacciono en lugar de respondo
-Somatizo en el cuerpo las reacciones emocionales
-Permito que me controlen las circunstancias en lugar de controlar yo mi reacción
No se pierde nada por probar el experimento. Párate un instante. Céntrate en tu respiración. Observa qué aparece en tu mente y deja circular lo que haya. Presta atención a esas sensaciones físicas perturbadoras. Apacíguate y abre la mente a la compasión, tanto por ti como por aquellos hechos o personas o situación que nos haya provocado ese rechazo. Ahora ya sabes qué pasa y puedes actuar.