Colaboro en un programa de Radio sobre libros. Hoy me he acordado de uno que leí hace cierto tiempo, un curioso tratado moral que refleja un mundo donde «acechan las trampas y reinan las intrigas». En este escenario, el arte del fingimiento, antaño tan de boga, experimenta un nuevo impulso acorde con la era era capitalista. Basta con leer el índice para hacerse una idea general sobre qué va esto:
Controlar los arrebatos
Parecer auténtico
Mostrar indignación moral
Parecer culto
Poner nerviosos a los demás
Engañarse a sí mismo
Etc.. Y como cata lectora este breve fragmento elegido al azar:
«En un estado de alegría exultante, estamos plena y engañosamente convencidos de que nuestros amigos y conocidos, nuestros compañeros de trabajo y familiares, se alegran con nosotros. Ante un gran triunfo, caemos en el error de creer que abrazar al afortunado nos hace un poco afortunados a nosotros también. Un error, para colmo, de los más extendidos, si excluimos la envidia hacia los demás, uno de los sentimientos más venenosos que puedan existir. Todos conocemos las disputas por un puesto de trabajo, la mirada gélida hacia nuestro piso con terraza, los celos ante nuestra bella pareja.
La envidia no necesariamente provoca sufrimiento. También es nuestra secreta vara de medir el reconocimiento ajeno. Pocas cosas nos satisfacen más íntimamente que ser envidiados. Con solo que la envidia no fuera tan peligrosa, que no fuera un acicate para que los demás nos echen del trono y nos arrojen a las sombras…
¿Cómo hay que lidiar, pues con la envidia? Siempre de tal modo que ésta crezca en los otros como impotencia, sin riesgo para uno mismo.»
¿Te animas a leerlo y comentarlo?