Leer a pensadores de hace varios siglos es adictivo. En el extracto que he seleccionado Baltasar Gracián comenta los efectos del exceso de expectación y cómo ésta influye en la imaginación de las personas. Su dialéctica nos conduce a percibir los efectos negativos de «sobreinflar» la imaginación ajena. Ahora bien ¿realmente podemos controlar la mente ajena? ¿es crear demasiadas expectativas un tipo de manipulación si nosotros estamos convencidos de la bondad de lo que transmitimos u ofrecemos? ¿La táctica de la exageración es inteligente? Pensemos en voz alta.
«No crees demasiada expectación. Es frecuente que lo muy celebrado antes de realizarse, parezca después menos que la expectativa que se creó. Nunca lo real ha igualado a lo imaginado, porque es fácil concebir algo perfecto, pero muy difícil realizarlo con exactitud. La imaginación se casa con el deseo y crea una fantasía que es lejana a lo que puede dar la realidad. Por grandes que sean las excelencias que hagas, no bastan a satisfacer tu idea, y mientras más hayas engañado a la gente creándoles exorbitante expectación, más pronto se desengañarán y dejarán de admirarte. La esperanza es la gran falsificadora de la verdad: corríjela con la cordura, y procura que la satisfacción sea superior al deseo. Mejor es dar unos principios, unos detalles para despertar la curiosidad, sin engrandecer demasiado el objeto buscado. Mejor es cuando la realidad excede a la idea y da más de lo que se creyó. Olvida esta regla, si las cosas te salen mal, pues en ese caso lo que te ayudará será la exageración. Cubrirás lo que resultó mal con aplausos, y lo que se temió fuese un fracaso llegaría a parecer bien a todos».