Publicado en Libros recomendados, Pensando en voz alta

ESCÚCHAME


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ILustración: Charlotte Salomon

Cuando te pido que me escuches y empiezas a darme consejos no has hecho lo que te he pedido.
Cuando te pido que me escuches y empiezas a decirme que no debería sentirme así, estás ignorando mis sentimientos.
Cuando te pido que me escuches y sientes que debes hacer algo para solucionar mis problemas… Me has fallado, por extraño que parezca.
¡Escúchame! Todo lo que pedí era que me escucharas.
No que hables o que actúes. Tan sólo que me escuches.
Los consejos son baratos y esto lo puedo hacer solo.
No estoy indefenso, quizás desanimado y titubeante, pero no indefenso.
Cuando haces algo por mí que yo podría y debería hacer por mí mismo, contribuyes a reforzar mi miedo y mi debilidad.
Pero cuando aceptas como un hecho simple que siento lo que siento sin importar lo irracional que sea, entonces puedo dejar de intentar convencerte y puedo empezar a comprender lo que hay detrás de esos sentimientos irracionales.
Y cuando me queda claro, las respuestas se vuelven evidentes y no necesito consejo. […]
Quizá por eso a algunos les funciona rezar, porque Dios es mudo, y no da consejos, porque no intenta solucionar las cosas, simplemente escucha y deja que los descubras por ti mismo.
Por lo tanto, por favor escúchame. Y, si quieres decir algo, espera un momento y entonces yo también te escucharé.

(Autoría desconocida)

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Publicado en Libros recomendados

Esto es lo que hay: el gran secreto de la felicidad


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Fotografía: Tal Ben Shahar 

Comparto el  fragmento final de «Ganar felicidad», autoría del profesor de la Universidad de Harvard, Tal Ben Shahar. Este libro lleva conmigo  varios años, incluso se da la circunstancia de que  tengo dos ejemplares, primero lo compré en inglés, cuando él visitó A Coruña, y unos meses después en castellano. ¡Me encanta! Sencillamente por eso me tomo la molestia de transcribirlo palabra a palabra, para abrir boca. «Mi amiga Kim y yo estábamos paseando por Provincetown, admirando las tiendas de la calle principal, escuchando el sonido de las olas al romper contra las rocas, respirando el aire salado, saboreando esa magnífica sensación de intemporalidad que se consigue al estar en una ciudad pequeña de vacaciones.

En esa época era un estudiante de postgrado que vivía en el entorno competitivo de la universidad. Le dije a Kim que, en cuanto me graduara, me mudaría a un lugar como  Provincetown. Pensaba que sin plazos amenazantes y con un ritmo de vida más tranquilo, por fin podría experimentar la calma que llevaba buscando toda la vida. Muchas veces había pensado en mudarme a un lugar tranquilo tras mi graduación, pero cuando la idea empezó a traducirse en palabras -se hizo tangible- empecé a sentirme incómodo. Sigue leyendo «Esto es lo que hay: el gran secreto de la felicidad»

Publicado en La caja de herramientas, Pensando en voz alta

Tres hábitos para practicar mindfullness


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Ilustración: Martin Boroson (meditar un minuto)

 

El experto en Mindfullness, Shamash Alidina, recomienda tres sencillos ejercicios para ejercitar la atención plena. ¡Me gustan los tres!

1. Piensa en cinco cosas que van bien en tu vida
Lo puedes hacer caminando, en medio de un atasco, sentado/a en cualquier parte, dónde quieras y elijas. La efectividad de este ejercicio reside en  utilizar la atención plena para reconocer el agradecimiento. Si quieres que las sensaciones se agudicen más haz algo con esto, por ejemplo escribir un correo de agradecimiento a alguien, o hacer una llamada para compartirlo o escribirlo para ti mismo/a. Cuando se expresa la gratitud se siente más que cuando solo se piensa. Atento/a pues. Empieza ya hoy a practicar.

2. Desintoxícate de todo cuanto aparato digital haya a tu alrededor (empieza por dedicar una hora)

No pasa nada por alejarte durante una hora de todos estos dispositivos; de hecho, no solo pasa nada sino que vivirás una experiencia nueva. Es posible que después de probar sientas un incremento de tu concentración, una relajación extra y además un plus de energía. Lee, haz deporte, camina, cose, dormita, piensa, tómate un café con un amigo… Pero ojo no lleves contigo ningún dispositivo (fuera móviles). Vuelve a la infancia, cuando no necesitabas nada accesorio para sentirte completo/a.

3.Realiza un ejercicio de concentración consciente

Solo te llevará cinco minutos. Sentado/a o acostado/a en una posición cómoda empieza por conectar con cada uno de tus sentidos dedicándole solo un minuto a cada sentido. Abre los ojos y disfruta con todos los colores que veas a tu alrededor, fíjate en los matices y tonos. Luego cierra los ojos y concéntrate en los olores que percibes. Dedica un tercer minuto para concentrarte en el gusto. Pasa después a tomar conciencia de las sensaciones físicas de tu cuerpo. El último minuto dedícalo a percibir los sonidos de tu alrededor.

Conecta con cada sentido sin necesidad de pensar o juzgar la experiencia. Es una gran manera de ‘reiniciar’ la mente a través de un descanso de la mente racional.

«Si pudiera colocar un libro en la mesilla de noche en cada hotel americano o de cualquier parte del mundo, elegiría Mindfullness para Dummies de Shamash Alidina», esto es lo que opina el psicoterapeuta Steve Bell.

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Tan solo si te fijas…


Tan fácil como prestar atención a lo que pasa a nuestro alrededor, tan fácil como querer ser amable, tan fácil como ser agradecido, tan fácil como pensar en los demás, tan fácil como ser empático, tan fácil y tan difícil…

Solo uno mismo puede cambiar las cosas que suceden ahí adentro y se reflejan ahí afuera.

Publicado en Pensando en voz alta

Se puede…


microcambiosIlustración: Peter Callesen

-Superar el miedo y confiar en ti mismo/a

-Ser amable

-Ayudar a otro

-Escuchar a quien lo necesita

Desprenderte de cosas

Agradecer un gesto sincero

-Aprender de quien crees que no puede enseñarte nada

Aceptar un fracaso y no hacer un mundo de eso

-Prestar atención al momento

No amargarte la vida con minucias

No amargar la vida a los demás con más minucias

No quejarte por todo y de todo

Confiar en el prójimo

-Dar y recibir sin apuntar en la lista del debe y el haber

No querer siempre llevar la razón incluso cuando  piensas que la tienes

-Creer en las oportunidades

-Pasar página y recitar el mantra: esto también pasará

-Ser humilde

-Ponerte en los zapatos del vecino/a

-Pasarlo bien en Navidad aunque todo el mundo diga lo contrario

-Ahorrar y ser generoso/a

Disfrutar de los placeres cotidianos

-Celebrar  tus pequeñas victorias

-Proponerte vivir en un mundo más humano y justo

-Enseñar lo que sabes a quien necesite de tus recursos

-Perdonar sin necesidad de apuntes en el cuaderno de agravios

-Amar

Sí, se puede. Te puedes mudar de sistema y cambiar cualquier cosa de ti mismo o de tu vida desde ya.  Basta con empezar.  Un largo camino comienza con un paso pequeño. 

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Lo que no sabías


MIquel barcelo

Pintura: Miquel Barceló

Otro autor que acabo de descubrir y que me ha dado que pensar.

 

Nunca se pierde nada que sea real.
Sólo se pierden los sueños
acerca de «cómo iba a ser la vida».
Se pierden los sueños que se tuvieron ayer sobre el mañana.
Se pierden las imaginaciones acerca del hoy.

Sólo que no lo sabías.
No pudiste haberlo sabido.

El sanar siempre implica coraje
para soltar las esperanzas de ayer,
para llorar sobre los mundos perdidos,
para dejar que el ego se rompa en el silencio,
para sostener amorosamente el corazón mientras se rompe.

Y retornar hacia el hoy,
el sitio donde la vida ocurre,
la buena tierra donde florecerá la gratitud.

Nunca se pierde nada que sea real.

Jeff Foster

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Lanzado al mundo: ¡Me mudo de sistema!


Me mudo de sistema

¡Me mudo de sistema! Cómo pasar de la resignación a la acción

Cecilia Monllor

Editorial Primerapersona 

Hace ya  dos años me embarqué en el  proyecto de  escribir un libro sobre cómo afecta el cambio  a las personas, qué resortes y mecanismos se activan cuando las circunstancias nos obligan al giro (cambio impuesto) o cuando nos hartamos y decidimos salir de la zona de confort para que se obre la transformación (cambio buscado). Me interesaba el proceso en sí, qué elementos comunes podían identificarse, qué transformaciones se obraban cuando abandonábamos creencias, hábitos y mentalidades fijas, cómo entendíamos el fracaso y el éxito y por qué tantas personas se estaban preguntando al mismo tiempo ¿Qué debo hacer con mi vida?  Pues bien, la respuesta a esta investigación personal ya ha salido a la luz, y su versión papel  está  disponible en las librerías on-line y en la red de  librerías independientes españolas, incluidas cadenas como FNAC, Casa del Libro y El Corte Inglés. Comparto con todos los microcambieros está jubilosa experiencia de dejar a un hijo vivir su vida independiente.

No es fácil poner punto final, pero lo he conseguido.  El destinatario de ¡Me mudo de sistema! es un lector/a curioso, interesado en el crecimiento personal, incoformista y ávido de conocimiento. El libro tiene la particularidad de incluir dos  anexos interesantes, Biblioterapia con valoraciones personales  de otros títulos  sobre temas que aparecen en el libro como: gestión emocional, cambio de hábitos, motivación, fijación de objetivos, creatividad, gestión del talento, procrastinación, gestión del tiempo, comunicación, atención plena, etcétera. Todos estos libros, en sí mismos, constituyen una biblioteca sobre el cambio.  El segundo anexo consiste en una propuesta para desarrollar un club de lectura sobre el propio libro.  Desconozco si existen otras obras con esta oferta, tal vez existan pero no me he tropezado con ninguna aún.  Aquí mi idea era sugerir al lector recursos y herramientas con los que empezar un viaje de once meses de duración, donde el reto del participante consistiera en fijar un objetivo y  comprometerse con su consecución. Para realizar este camino el participante contaría con el apoyo y la interacción de un grupo de personas (amigos, familiares o miembros del grupo con intereses similares).

¡Y esto es todo!

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El desafío de cambiar


El momento click del cambio es diferente para cada uno de nosotros. En esta escena de la película  La casa de mi vida, George se siente impotente por cómo su hijo Sam desperdicia su vida sumido en una infelicidad perpetua.  En esta conversación directa y sincera George le propone a su hijo que haga algo para cambiar y le advierte: «Estas a tiempo, los cambios pueden ser tan constantes que no verás la diferencia hasta que sea obvio o tan lentos que no sabrás si tu vida es mejor o peor hasta que lo sea o puedes cambiar del todo y ser alguien diferente en un instante. A mí me pasó».  Como en la película, a veces necesitamos que alguien nos dé un empujoncito para aprender a comprometernos con nuestras elecciones y nuestra felicidad.

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La lista Forbes de placeres cotidianos


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Cotidiano es un adjetivo con mala prensa. Retumba en los oídos con el runrún de rutina, ya conocido, poco sorpresivo, monótono… ¡Ah!, pero admite una vuelta de tuerca cuando se alía con un sustantivo tan clamoroso como placer. De pronto el reconocible cotidiano adquiere intriga y lustre con la incorporación de un atractivo acompañante. ¿Quién no quiere para sí mismo algo placentero, algo que despierte sus sentidos y produzca el mismo efecto que una bola de nieve rodando por una ladera? El asunto es que la vida impaciente gasta cada vez menos espacio de su milimetrado programa en recordar lo que ya está a disposición de cada cual. Y lo bueno es que no hay límite ni escasez porque abundan los placeres cotidianos no traspasables, o lo que es lo mismo: hechos a medida para cada individuo.

Escribir sobre los placeres cotidianos me ha obligado a pensar en qué considero yo un placer cotidiano. Me he puesto a hacer mi inventario y he descubierto que soy como el rey Midas, una súper millonaria del disfrute cotidiano. Puede que la muestra adjunta no despierte grandes pasiones en otras mentes, o puede que sí. No importa. Lo interesante de esta reflexión escrita es la idea en sí. Los demás no siempre quieren lo que tú quieres.

CATÁLOGO RESUMIDO DE PLACERES COTIDIANOS 

  • Una taza de té caliente con aroma a bergamota
  • El currusco de pan que arranco de la barra y me voy comiendo por el camino
  • La alegría inmensa del retorno de los  barcos de pesca  a puerto
  • Comprobar cada mañana que mi catálogo de achaques sigue intacto y a pesar de ello tengo salud
  • La certeza de que los amigos están ahí ¡benditos sean!
  • Los gestos sinceros y honestos
  • El tacto del embozo de la sábana
  • El libro en la mesilla de noche
  • El interruptor de la luz cuando lo pulso y enciende
  • El sonido del teléfono cuando viene acompañado de una voz querida
  • Abrir la nevera y encontrar un alimento apetecido
  • El saldo del banco cuando se mantiene alejado de la zona de números rojos
  • Encontrarme en la calle con alguien que me cae bien
  • Recibir  buenas noticias
  • Ver la imagen en el whats app de mis hijas
  • Tomar café con mis amigotas
  • ¡La luz!
  • Escribir sobre cualquier asunto que me interese
  • Escuchar un chiste, un sucedido humorístico o una frase ingeniosa
  • Comprobar que no se me ha roto ningún huevo de los que he comprado
  • Comer queso
  • Escuchar palabras de afecto
  • Sentirme positiva y viva
  • Entrar en una tienda donde me conocen y escuchar ¡hola Cecilia!
  • Una cita inesperada
  • Encender el ordenador y comprobar que funciona a las mil maravillas
  • El olor a limpio en la ropa y en la casa
  • Ese golpecito de calor tan delicioso cuando se viene de fuera y se llega a casa
  • El frío invernal y el calor veraniego
  • Las flores de las orquídeas
  • El primer trago de cerveza (como sugiere Philippe Delerm)
  • El agua caliente y fría saliendo milagrosamente del grifo a voluntad
  • El mar cambiante y misterioso
  • El concierto número dos de Rachmaninov  y sus evocaciones del Pirineo leridano
  • Imaginar los pormenores de un viaje en proyecto
  • Divagar un rato sobre cualquier cosa que me ilusione
  • Posar la mirada en mi biblioteca
  • Comprar un nuevo libro
  • Buscar un tema interesante y empaparme
  • Ver en Canal Cocina un programa de mis cocineros favoritos
  • Pensar un instante en todas las personas que quiero (y sentirlas con el pensamiento)
  • Un whats app ingenioso
  • Tirar de la cadena y comprobar que el agua limpia los desechos
  • Comer con hambre
  • Pasar miedo viendo una peli
  • Abrir el armario y constatar que me podría pasar los próximos ochenta años sin tener que ir a ningún sitio de compras
  • Sentir los pies calentitos
  • Los minutos de inspiración y euforia
  • El olor a bizcocho recién hecho
  • Los hallazgos inesperados
  • El repaso de agradecimientos diario
  • El silencio de la noche
  • Las celebraciones que se conciben  como regalos de experiencias compartidas (cine, teatro, excursiones, cenas, conciertos, fiestas…)
  • El momento en que se apagan las luces y la vida se sume en el letargo
  • El amanacer (cuando soy capaz de verlo)
  • Salir de pilates con la sensación de que soy una campeona (jamás tengo ganas de ir)
  • Los últimos cinco minutos en la cama holgazaneando antes de levantarme
  • El cigarrillo que me fumo con auténticas ganas
  • La alegría de que alguien me cuente algo interesante ¡y compartirlo!
  • Una buena noticia en el telediario
  • Los objetos que me recuerdan personas, situaciones o viajes
  • La gente buena
  • Soñar con los ojos abiertos
  • Sentirme parte de Dios y de su creación
  • Y la dosis diaria de chocolate, c´est merveilleux

En resumen, algunos de mis placeres cotidianos no necesitan el concurso de nadie, salvo de mí misma. Otros requieren la colaboración de los demás para producir esa chispa placentera. Todos son cotidianos, pequeños, insignificantes y, por eso mismo, importantes. Haberlos catalogado como si fueran mariposas en manos de un lepidóptero exultante ha logrado un destello de conciencia lúcida. Sí, amigos, en mi peculiar lista Forbes de placeres cotidianos, voy escalando puestos rumbo a la cima a una velocidad vertiginosa.

¿Y qué hay de los vuestros? Estoy deseosa de descubrirlos.