Ilustración: Rafal Oblinski
¿Importará esto dentro de cinco años, de diez, de quince…? Buena pregunta para afrontar el estrés de una decisión importante. Claro está la conclusión la ignoramos. De otra manera tomar decisiones no implicaría el menor desgaste. Pero este no suele ser el caso. En el mundo de las múltiples elecciones y probabilidades elegir es complicado y causa desazón, sobre todo por el miedo a equivocarnos. Ahora bien ¿qué pasaría si contempláramos el asunto desde otra perspectiva, por ejemplo el alivio, la ligereza o la simple curiosidad ante el reto? Lo tedioso y plomizo se transforma entonces en claridad y actuar resulta fácil. La claridad mental es pues la consecuencia de formular la pregunta en estos términos. Tal vez estemos gastando demasiada energía y celo en un asunto menor que al cabo de cierto tiempo se diluirá como un terrón de azúcar en una taza de café. O tal vez el asunto sea capital y entonces la respuesta afirmativa nos impulsa con nuevos bríos hacia la meta.
Suelo utilizar esta pregunta a menudo cuando me encuentro en una encrucijada. La refiero a situaciones, personas o circunstancias. Cada uno puede hacer sus listas de cuestiones que le atañen, mejor por escrito. Me gustan las palabras de Faulkner: «nunca sé lo que pienso hasta que lo escribo».
Gastamos mucha energía y al final, cuando ya nos queda poquita, decidimos. ¡Cómo mejorarían nuestras decisiones si las afrontásemos con lo mejor, con todas nuestras fuerzas, simplemente tomando la mejor opción en cada caso según lo vemos en este momento y asumiendo que esto es lo único que podemos hacer.
Seguimos en ellos.
Gracias por tu blog.
Muy de acuerdo con tu reflexión. Y gracias a ti por comentar y agradecer que exista Microcambios.