Usamos dos tipos de etiquetas para calificar las cosas: bueno y malo. Lo hacemos constantemente sólo que en una proporción equivocada. El profesor Srikumar S. Rao, formador de estudiantes de MBA en numerosas universidades de prestigio sostiene la siguiente teoría:
Utilizamos la etiqueta de malo de 3 a 10 veces más a menudo que la etiqueta de «bueno» . Por lo tanto deja de hacerlo. Si te sucede algo extremo que no deseas etiquetar como bueno absténte de hacerlo como malo.
El profesor fundamenta su afirmación en cuatro argumentos:
1.La etiqueta malo limita tu capacidad de estar alerta ante el aviso de oportunidades.
Si te niegas a etiquetar algo como «malo» aumentas las posibilidades para considerar las cosas según un punto de vista que no habrías tenido en cuenta de no haber simplemente probado.
Por ejemplo, si piensas que la pérdida de tu trabajo puede ser una oportunidad para encontrar algo mejor que te traerá más alegría y satisfacción, en lugar de verlo como algo terrible y malo, te sentirás mejor. Esto se debe a que la mente busca pruebas que apoyen cualquier creencia que tengas en cada momento. Es decir, si piensas en la pérdida de tu trabajo como oportunidad, tu mente se pondrá a trabajar en la búsqueda de evidencia de que esto es cierto.
2. En el momento difícilmente puedes saber si algo es malo
¿Puedes recordar algo que te pasó en el pasado que lo juzgaste como malo cuando sucedió, pero que más tarde resultó ser una bendición disfrazada? Sé honesto, de inmediato no puedes saber si algo va a resultar bueno o malo.
3. La etiqueta malo te hace experimentar emociones negativas
El acto de etiquetar algo como «malo» conlleva experimentar emociones negativas. Cuando nos dicen que algo es malo, las probabilidades de que lo experimentemos como tal crecen de forma abrumadora y exponencial. A modo de ejemplo, el profesor Rao cuenta la historia de uno de sus estudiantes a quien robaron su teléfono móvil en el metro. Vio a la chica que se lo robó pero no pudo hacer nada porque había mucha gente por el medio y ella salió corriendo. El estudiante empezó a verlo como una clara situación de algo «malo» y se enfadó. Cuando se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo abandonó la etiqueta y al hacerlo empezó a pensar que era una persona afortunada porque, pese a haber sufrido un robo, tenía una situación económica desahogada que le permitía reponer el móvil. Esto le hizo sentir una inmensa gratitud .
4. Algo que etiquetamos como malo es una completa pérdida de tiempo
Las personas que optan por afrontar las contrariedades como algo dado (en lugar de quejarse de todo cuanto les ocurre) se ven a sí mismos como ingenieros que topografiaran el paisaje a través de un camino que se va a construir. En este punto de vista, un pantano no es un escollo insalvable. Es simplemente algo que tiene que abordarse en el plan de construcción. Esta forma de actuar facilita la búsqueda de rutas alternativas. Imagina un ratón que corre a través de un laberinto en busca de queso. Si el ratón encuentra el camino bloqueado por una pared, simplemente se da la vuelta y busca otro camino. El ratón no se sienta a lamentar su desgracia por haber correr a través de una pared. Los defensores de la resistencia extrema cada vez que caen, rebotan inmediatamente y siguen adelante.