Publicado en Pensando en voz alta

Tan bella palabra


 

 

Microcambios, Rafal Olbinski, gracias, cuentos, había una vez

Ilustración: Rafal Olbinski

¡Gracias! ¿Hay una palabra más hermosa en  el mundo? Para mí agradecer supone un viaje al  principio de los tiempos, a ese «había una vez» con el que arranca cada historia. 

Había una vez una criatura curiosa que salió de la cueva y descubrió el horizonte

Había una vez una gota de agua que se junto con otra y formó un mar

Había una vez un volcán que se cansó de ser volcán y se apagó para que pudiera construirse un pueblo en sus faldas

Había una vez una mano que se enganchó a otra para ofrecer seguridad y protección

Había una vez una lágrima que se cayó de un lagrimal y se convirtió en mineral

Había una vez una mujer que cantaba en el interior de una iglesia vacía y al oír retumbar su propia voz se echó a reír

Había una vez un hombre con dos pies en los zapatos y un cerebro en la cabeza que empezó un viaje

Había una vez una niña que improvisó con unos lápices de colores un tesoro

Había una vez un pavo que se alegró de servir para comida de fiesta

Había una vez un libro al que se le cayeron todas las letras dentro de una sopa humeante

Había una vez un castillo que convertía a todo quien cruzaba su foso en rey/reina para la eternidad

Había una vez un corazón agradecido que buscaba acomodo en cuerpos entristecidos

Había una vez un blog que daba las gracias cada vez que alguien lo buscaba por los misteriosos caminos de la serendipia

Tantas cosas, personas, seres vivos,  circunstancias, emociones por las que estar agradecido….  ¡Gracias! ¡Tan bella palabra! 

 

 

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Autor:

Vivo en una ciudad del Norte de España, entregada a la pasión por aprender y transformar mi vida y la de los que me rodean en una aventura única. Creo en la gente y en las oportunidades que nos ofrecen las adversidades. He aprendido que el único pecado imperdonable es no arriesgarse.

7 comentarios sobre “Tan bella palabra

  1. Por más que razonaron con ella no hubo forma de convencerla, y sus hermanas estaban encantadas, porque las virtudes de la joven les había inspirado siempre unos celos irresistibles. Al mercader lo abrumaba tanto el dolor de perder a su hija, que olvidó el cofre repleto de oro; pero al retirarse a su habitación para dormir su sorpresa fue enorme al encontrarlo junto a la cama. Decidió no decir una palabra a sus hijos de aquellas nuevas y grandes riquezas, ya que habrían querido retornar a la ciudad y él estaba resuelto a morir en el campo; pero reveló el secreto a la Bella, quien a su vez le confió que en su ausencia habían venido de visita algunos caballeros, y que dos de ellos amaban a sus hermanas. Le rogó que les permitiera casarse, pues era tan buena que las seguía queriendo y las perdonaba de todo corazón, a pesar del mal que le habían hecho.

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