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El quid de la creatividad


Había un niño que salía todos los días,
y el primer objeto que miraba, en ese objeto se convertía,
y ese objeto se tornaba parte de él durante ese día o cierta parte del día.
O durante muchos años o prolongados ciclos de años.
Las primeras lilas se convirtieron en parte de ese niño,
y la hierba y las campanillas blancas y rojas, y los árboles blancos y rojos,
y la canción de los pájaros papamoscas,
y los corderos del tercer mes y la rosada lechigada de la cerda,
el potrillo de la yegua y el ternero de la vaca,
y las crías ruidosas del corral o las que están junto al lado del estanque,
y los peces suspendidos tan curiosamente allí abajo,
y el hermoso y curioso líquido,
y las palmas acuáticas con sus elegantes chatas cabezas;
todos se volvían parte de él.
Walt Whitman
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Autor:

Vivo en una ciudad del Norte de España, entregada a la pasión por aprender y transformar mi vida y la de los que me rodean en una aventura única. Creo en la gente y en las oportunidades que nos ofrecen las adversidades. He aprendido que el único pecado imperdonable es no arriesgarse.

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