
«En el pasado los estudios psicológicos se centraban sobre todo en intentar transformar el insoportable sufrimiento de los seres humanos en un sufrimiento tolerable, como alguno de los primeros psicólogos lo expresaron. Pero la época actual tendría que ser mejor. Ahora ya no queremos padecer un sufrimiento tolerable. Queremos ser felices y terminar nuestra aventura en la Tierra sintiéndonos satisfechos y llenos; por eso los mejores psicólogos se han arremangado y se disponen a ayudarnos.
Hoy día conocemos muchas cosas que mejoran la calidad de nuestra vida: los que tienen pensamientos positivos son más longevos; los matrimonios son más felices; el dinero hace milagros en los pobres y no aporta nada adicional a los ricos; los creyentes son más felices; la educación no es un factor en la felicidad; las relaciones sociales y las amistades, por el contrario, nos ayudan enormemente a ser felices; lo más asombroso es que las evidencias revelan que, salvo los cuarentones y cincuentones, la mayoría somos más felices con el paso de los años. También las mujeres son más felices e infelices que los hombres, porque son más mudables, sea lo que sea lo que esto signifique…
¿Qué vas a hacer ahora con esta avalancha de información basada sobre todo en análisis estadísticos? La estadística, como todo el mundo sabe, es una ciencia que nos indica la frecuencia con que una cara saldrá al lanzar una moneda al aire mil veces, pero no nos es útil cuando la lanzamos una sola vez. Los estudios son válidos para grandes grupos de personas, pero en el ámbito personal casi no nos aportan nada.
Recordar estos descubrimientos y tenerlos presentes es agradable y conveniente, pero si lo que buscas es dar sentido a la vida y tener sabiduría, deberás emprender tu propio viaje para lograrlo. Cómo máximo, estos descubrimientos científicos pueden ser como señales de tráfico a lo largo del camino».
Lo que de verdad importa (pág 183) Haim Shapira (editorial Urano)
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