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Grandes secretos, pequeños lugares


maria hesseIlustración:  Maria Hesse


Decía Roald Dahl, el creador de la inolvidable Matilda o de Charlie y la fábrica de chocolate que por encima de todo hay que mirar con ojos curiosos este mundo que nos rodea, porque los grandes secretos están siempre ocultos en los lugares más pequeños. Y añadía que aquellos que no creen en la magia jamás la encontraran.

En el encuentro anual de Davos, en la edición del 2009, el  director de orquesta, Benjamin Zander, impartió una conferencia sobre su visión acerca del liderazgo y los retos en una nueva era. Para explicar sus ideas acudió al texto que escribió con su esposa, la terapetua Rosamund Stone Zander, El arte de lo posible que se cuenta entre mis libros favoritos.

Tanto en la conferencia, como en el libro, Zander alude a la existencia de dos clases de miradas en la naturaleza humana: la de  la espiral descendente o la de la posibilidad irradiadora. La explicación aparece en este revelador relato:  a mediados del siglo XIX un empresario inglés encomienda a dos de sus mejores vendedores la misión de realizar un viaje a África para que sondeen la posibilidad de vender zapatos a los africanos. Transcurridos unos días, el primer empleado envía un telegrama desencantado: «ninguna posibilidad de venta, aquí nadie  lleva zapatos». El segundo vendedor, sin embargo, también manda un telegrama: «fabulosa oportunidad aquí todavía no usan zapatos».

microcambios

 

La diferencia entre una u otra perspectiva según los Zander es considerable. Mientras que en la espiral descendente el éxito o fracaso dependen de la suerte, de ideas preconcebidas de antemano e inmutables, en la segunda opción el centro de mandos es la propia posibilidad; aquí los  conceptos de éxito o fracaso no existen, su lugar lo ocupa la contribución. Cada vez que actuamos en uno u otro sentido nos convertimos en hacedores de nuestra propia vida. Y nuestra puesta en escena se manifiesta a través de nuestro lenguaje verbal, es decir mediante nuestro discurso, con nuestras acciones o con nuestra actitud. Para Zander, ser líder consiste, en reconocer que la espiral descendente existe, pero ipso facto llevar a las personas a contemplar  el mundo de la posibilidad.Recordemos las palabras de Roald Dahl: aquellos que no creen en la magia jamás la encontraran.

El ámbito de la espiral descendente es el de la mentalidad fija (no hay inteligencia en desarrollo sino un mundo estanco), donde funciona la obcecación sobre el éxito y el fracaso,  la derrota y la victoria, la preferencia por las jerarquías, las amenazas, los debes y los tienes, el sentimiento de culpa y un esquema rígido de pensamiento vertical. El mundo de la posibilidad irradiadora es cooperativo, flexible, abierto, creativo, espontáneo, amante del pensamiento lateral y de la exploración y por tanto, poco temeroso del error. En esta perspectiva, la contribución y la indagación apreciativa sustituyen al miedo a la equivocación y por lo tanto, los obstáculos se perciben como meras posibilidades que también pueden convertirse en oportunidades.

Según los Zander «No existe una recesión tan grande que sea capaz de anular la posibilidad, y no hay riqueza, poder o fama tan grande que sea capaz de protegerte de la espiral descendente. No son las circunstancias las que marcan la diferencia. Somos nosotros los que tenemos la oportunidad de elegir entre las dos opciones».

Los Zander insisten en que la pasión es el elemento clave de toda vida humana.  Y esta pasión se transmite como un fuego aventado. Se sabe cuando prende en el otro porque los ojos del oyente refulgen, brillan como si fueran cielos estrellados. Ahí la chispa está encendiéndose y propagándose. Eso es lo que consiguen los líderes: entusiasmar, motivar, en una palabra: contribuir. Cuando Benjamin dirige a su orquesta y observa que los ojos de sus músicos no están brillando se pregunta: ¿quién estoy siendo yo en estos momentos para que los ojos de mis músicos no brillen? ¿qué puedo cambiar de mí?

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Tres respuestas, en opinión de los autores, se pueden elegir cuando nos enfrentamos a desafíos,  a cada uno de nosotros  nos corresponde elegir:

O bien no hacer nada, la respuesta de la resignación, el desprecio a la opinión ajena, la respuesta de la ira o  levantarte y dirigir la orquesta, que se traduce en  intentar cambiar las cosas con tu contribución diaria. Esta es la respuesta de la posibilidad.

Para los Zander hay tres reglas básicas que ayudan a recordar la estrategia frente a los desafíos:

1. La regla número 6 (Recuerda que no debes tomarte demasiado en serio a ti mismo) a veces los problemas llegan porque pensamos que cada cosa que hacemos o decimos es fundamental; porque creemos que nos va la vida en cada una de nuestras decisiones. Y eso llena de tensión y ansiedad nuestras acciones.

2. Pensar fuera de los límites. En El arte de lo posible los Zander lanzan un desafío: unir nueve puntos que forman una cuadrícula sin levantar el bolígrafo del papel.  La única manera de conseguirlo es saliéndose de los límites de la cuadrícula, o sea que para dar con la solución del problema necesitamos una nueva manera de pensar que no recurra a nuestras habituales  creencias. En la vida real, fuera del ejercicio, pocos conseguimos unir los puntos porque nadie nos ha dicho que no podemos salirnos del marco, simplemente lo hemos asumido así, de forma que encontrar la solución se vuelve algo tan sencilla como pensar fuera de esos límites que nadie, por otra parte, ha impuesto.

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3. Empezar con un sobresaliente, una forma de eliminar la ansiedad y asumir riesgos. Benjamin Zander observó que sus alumnos se enfrentaban a sus tareas  con un alto grado de ansiedad y estrés.  la presión por conseguir  objetivos marcados dificultaba asumir cambios e innovar en su forma de aprendizaje. Así que se le ocurrió algo sencillo: otorgar un sobresaliente a principios de curso con una única condición: escribir una carta en ese momento pero como si estuvieran a final de curso. La carta debía reflejar por qué habían obtenido el sobresaliente y qué habían hecho para conseguirlo. Con esta curiosa herramienta uno se convierte en la mejor versión de sí mismo y te libras de la presión del estrés disfrutando al máximo. Zander nos propone que pongamos un sobresaliente de partida a todo el mundo,  solo así podremos descubrir  la mejor versión de las personas.

¿Qué tal si te disculpas por no haber sido capaz de entusiasmar a los tuyos? Esa propuesta de Rosamund Zander surgió cuando su marido le explicó lo que había pasado con sus alumnos. Con ocasión de la celebración de un concierto donde participaba un músico extraordinario y con localidades agotadas desde hacía tiempo, la fila de butaca correspondiente a varios de sus alumnos permaneció vacía. El director se enfadó por la actitud displicente de sus músicos y pensó en echar la bronca gorda al día siguiente en clase.  Pero su mujer le sugirió que se disculpara por no haberles explicado con la necesaria claridad a quién iban a escuchar, cuan maravilloso iba a resultar el concierto.  Si la gente no reacciona haciendo lo que tu esperas que hagan siempre queda la posibilidad de disculparnos por no haber conseguido motivar y convencer. . Estas disculpas, según los Zander, son muy diferentes de la culpa y la amenaza, típicas del modelo espiral descendiente.

microcambios, me mudo de sistema

Aceptar que está en nuestras manos  cambiar la noción de lo que es posible parece ahora mucho más sencillo. 

Conferencia en inglés

Otras fuentes 

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Autor:

Vivo en una ciudad del Norte de España, entregada a la pasión por aprender y transformar mi vida y la de los que me rodean en una aventura única. Creo en la gente y en las oportunidades que nos ofrecen las adversidades. He aprendido que el único pecado imperdonable es no arriesgarse.

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