¿Dónde comienza el templo, dónde acaba?
Hay cosas que no llegas a alcanzar. Pero
puedes tender la mano hacia ellas, tenderla el día entero.
El viento, el pájaro que se aleja. La noción de Dios.
Y puede mantenerte tan ocupado como cualquier otra,
y más feliz.
La serpiente se escabulle; brinca el pez, como un pequeño lirio,
en el agua para volver a zambullirse; los jilgueros cantan desde
la copa inalcanzable del árbol.
Miro; de la mañana a la noche nunca dejo de mirar
Por mirar me refiero no sólo a ir por ahí, sino a ir por ahí
como si fuera con los brazos abiertos.
Y pensando: igual llega algo, un reluciente rizo del viento,
o unas cuantas hojas de algún viejo árbol;
todo eso también forma parte de ello.
Y ahora voy a decirte la verdad.
Todo en este mundo
llega.
Se acerca, al menos.
Y con cordialidad.
Como el pez con ojos de oropel que boquea; la serpiente que
no se enrosca.
Cual jilgueros, muñequitos de oro
que revolotean por el rincón del cielo.
Y Dios, el aire añil.
Mary Oliver (del libro Why I wake early) Traducción al castellano: Eduardo Iriarte