Lo que uno hace bien y lo que uno disfruta haciendo no tienen por qué coincidir necesariamente. Este es el sentido del perspicaz consejo de Gabrielle Hamilton en su libro de memorias: Blood, bones & butter: “Tengan cuidado con aquello en lo que llegan a ser buenos porque estarán haciéndolo el resto de sus vidas”.
¡Me encanta!
Estoy de acuerdo con Gabrielle Hamilton. Es satisfactorio disfrutar haciendo lo que hacemos bien, pero es necesario que sea también donde damos lo mejor de nosotros mismos, donde nos sentimos realmente implicados, donde nos lleva el corazón.
Me gusta el yin yang de la imagen.
Un saludo.
Ser bueno en algo o hacer algo bien no se traduce en pasión por ese algo. Tengo muchos ejemplos a mi alrededor. Uno de mis amigos, gerente de una empresa textil, abomina su trabajo (que desempeña con una gran efectividad). Dice que habría sido feliz dando clases de geografía e historia, materia por la que tiene un interés genuino. No quiero alargar la reflexión pero creo que el mundo está lleno de personas descolocadas de su talento.
Así lo veo yo también. Pienso que hay demasiada gente haciendo con gran eficiencia cosas en las que no es posible que crean.
Pienso también que si las cosas en nuestra vida no encajan sólo conseguimos una vida desencajada.
Seguiré acudiendo a tu blog en busca de respuestas o de reflexiones que me ayuden a encontrar respuestas.