Cada vez que veo esta escena de El club de los poetas muertos pienso en las personas imprescindibles de nuestra vida, aquellas que nos han hablado de tú a tú como si el resto del mundo no existiera, esas personas que existen para provocar respuestas, cuya misión única es funcionar como revulsivo, esas personas que nos arrancan del miedo cogiéndonos de la mano y enseñando cómo es eso tan horrible que imaginamos, aquellas que despiertan en nosotros un bendito deseo de rebeldía. Y todo esto lo veo en esta escena.