Cheques entregados que llevan la fecha del año anterior, facturas que se realizan con una plantilla y no se les cambia el número, saludos espontáneos a alguien vagamente conocido y que resulta ser el reflejo en el espejo de uno mismo…. todos comportamientos automáticos. Cuando actuamos así, estamos recibiendo y usando señales del mundo que nos rodea sin permitir el acceso de otras que nos sacarían del error. Y esta forma de actuar sin pensar, nos perjudica. Es como vivir en la velocidad piloto automático sin usar la inteligencia ni la conciencia. Ya sé que estos ejemplos son triviales e inofensivos, pero las pequeñeces marcan las diferencias en la vida. Crear nuevas categorías en las que apoyarnos para vivir con el piloto automático apagado, como sugiere la profesora Ellen Lang, es la gran virtud de practicar la atención plena.