Me gusta la gente reflexiva e inteligente que se para a dilucidar sobre aspectos que otros consideran una nimiedad. El editor alemán Michael Krüger en una entrevista de Juan Cruz en El País reflexiona sobre el tiempo en la lectura. Y escucharlo me resulta de un gran valor.
Le pregunta Juan Cruz si se puede hablar del futuro como una broma, a lo que él contesta: «Si tienes mi edad, 67 años, por supuesto que puedes hablar del futuro con sentido del humor. Nadie supo pronosticar la crisis global que estamos sufriendo. Ni siquiera las personas con un alto nivel educativo, con dinero, con cultura. Nadie. Nadie pensó que iba a haber una reunificación en Alemania. Nadie pensó que en África iban a sublevarse. Nadie pensó que Facebook iba a cambiar la sociedad. Hace 20 años nadie pensó que las personas iban a caminar por la calle con un teléfono móvil. Antes solía contentarme con poder leer un periódico por las mañanas. Hoy hay gente que no está satisfecha si no recibe 15 periódicos al día en su ordenador. Al final me sentaré y miraré el árbol y la casa que tengo delante. Y me moriré con ese árbol delante de mis ojos.
P. Muchos cambios. ¿Y cómo afectarán a la lectura?
Afectan a nuestra propia existencia. Esto significa que en estos momentos en que vivimos nadie tiene tiempo. Es muy habitual escucharlo. ¡No tengo tiempo! Si empleas aunque sea un periodo muy breve de tiempo en leer basura se lo estás quitando a una lectura de un poema de Góngora. Cuanta más basura haya menos tiempo tendrás para ti. Y es una situación paradójica: escuchar a gente decir que no tienen tiempo. ¡Porque sí lo tienen! Y, claro, en ese vaivén la lectura se ve perjudicada. Porque no se puede leer más rápido. A Proust no se le puede leer en menos de tres meses. Y eso hace que la máquina se enfade. La máquina lo que quiere es que una persona pueda leer a Proust en dos días. La máquina pensará en crear formatos más cortos, en resúmenes, en tiras de cómic… Lo que ocurre me recuerda una cita de Woody Allen; después de leer a Dostoievski le preguntaron sobre el libro y dijo: «Lo único que puedo decir es que es ruso». La lectura es totalmente contraria a esta aceleración. A este ritmo. Cualquier cosa sí se puede adaptar a este ritmo, pero la lectura no.»
Leer la entrevista completa: http://www.elpais.com/articulo/reportajes/editores/lectores/apasionados/elpepucul/20110403elpdmgrep_8/Tes