Empecemos preguntándonos: ¿qué puedo simplificar? ¿qué puedo dejar? ¿a quién puedo decir no? ¿me puedo resistir a comprar otra cosa más innecesaria?¿puedo reducir las horas de televisión? ¿son necesarias tantas reuniones? ¿puedo dejar vacante por algún tiempo el número uno para hacer cosas que me gustan y en las que ni siquiera soy ducho/a? ¿lograré cocinar platos más sencillos y naturales sin recurrir a precocinados? ¿soy capaz de detener mis pensamientos obsesivos?
Y luego viene la pregunta del millón ¿me va hacer más feliz tener más control de mi vida y enfocarme hacia la simplificación?