Publicado en Microhistorias

¿A dónde vas?


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La  gente preguntó al Mulá  Nasrudín

—¿Dónde debemos ir en una procesión fúnebre, al frente, en la parte trasera, o al lado?

Nasrudín contestó:
—¡No importa donde vayas, mientras no vayas dentro del ataúd!

Los cuentos del Mullah Nasrudín

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Publicado en La caja de herramientas

Curso de sensatez en tres pasos


 

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Este es un curso barato, práctico y solo requiere  una inversión mínima: poner en práctica tres reglas esenciales.

 Paso número uno: 

-No prometas cuando estés eufórico. Sobre todo, porque  nadie te lo ha pedido. Esta es una trampa en la que te metes solito o solita sin necesidad de culpar a nadie. Cuando las endorfinas se disparan y estás en el séptimo cielo prometes todo lo prometible y luego te arrepientes. Así de sencillo. Regla número uno: Promete cuando estés en un estado neutro y puedas asumir lo que deseas ofrecerle al otro. 

Paso número dos: 

-No contestes cuando estés furioso. Ya lo dice el dicho: «si eres paciente en un momento de ira, escaparás a cien días de tristeza». Si permites que te salgan de la boca sapos y culebras es que estás reaccionando y no respondiendo. Reaccionar y  responder no son lo mismo. El que reacciona es víctima de sus emociones; el que responde, o se calla (que también es una respuesta), o sin reprimir su capacidad de contestar, cuenta hasta diez antes de abrir la boca, tiempo oportuno para que el flujo respiratorio se normalice y disminuya el nivel de adrenalina disparada. Así que Regla número dos: Aprovecha el consejo de los sabios Toltecas y «Se impecable con tus palabras». (Ya no digo nada de tus actitudes y comportamientos porque va implícito).

Paso número tres:

– No decidas cuando estés triste. En su obra, Santa Teresa de Jesús escribió una máxima impecable: «en tiempo de zozobra no hacer mudanza». ¿Se puede expresar mejor? Para cambiar una situación hace falta un poco de rabia y cansancio, ese conocido «basta ya» o «hasta aquí hemos llegado» que todos hemos pronunciado alguna que otra vez. Sin embargo, cambiar desde la tristeza es desaconsejable. Primero es necesario sentir esa tristeza y aceptarla. En un segundo momento ya vendrá el consuelo y la escucha atenta de los que te apoyan y quieren. Después lo sensato será ponerse en pie y actuar. Así que Regla número tres: Las decisiones son pura acción acompañadas de reflexión y de un deseo irreprimible de cambiar porque la situación y el valor de nuestra vida así lo requiere.