La mente es su propio lugar, y dentro de sí puede hacer un cielo del infierno, un infierno del cielo. John Milton
Tal vez no lo sepa decir como Milton, de una forma tan sucinta y tan bella, pero lo he pensado muchas veces al reflexionar sobre qué ocurre cuando fijamos la atención. No siempre es posible ser feliz ni cargarse de optimismo, pero siempre cabe la elección de la dirección y el destino de nuestra reacción emocional. Y esto sirve para todo, especialmente para los problemas. Es el gran talismán mágico del ser humano: la capacidad de elegir. Y lo mejor es que no se puede arrebatar. Ningún demonio, violador, matón, explotador o asesino tiene dominio sobre la persona en vida. La mente puede decidir su camino. Este talismán funciona en diferentes niveles y por ello requiere aprendizaje y entrenamiento. No es una lámpara de Aladino a la que se frota con mínimo esfuerzo y emerge el complaciente genio. Se parece más a una aventura de Indiana Jones en pos de la revelación, de trance en trance. A algunas personas nos cuesta más que a otras porque exige estar atento e inmerso en el aquí y el ahora. Y como todo gran talento requiere nuestro compromiso, además de entrenamiento continuo y práctica tras práctica. Es una microidea brillante, de las mejores que se pueden escribir y contar. Su completa comprensión cambia la vida pero no es remotamente fácil. Eso sí, está el alcance de cualquier persona que se lo proponga pues todos venimos al mundo con el talento incorporado de serie. Como última consideración subrayar que no funciona en las coordenadas éxito/fracaso sino en las de me sirve/no me sirve para hacer de mi vida un cielo (aunque esté en el infierno).
¡Qué maravillosa idea este pensamiento de Milton!