Publicado en Libros recomendados

Nunca te hagas librero


Siempre me he preguntado ( y he preguntado a todo el que se me pone a tiro) si leemos los libros o son los libros los que nos leen. En Nunca te hagas librero hago una disección al respecto, en animada conversación con una lectora. Apuesto a que se os ocurren decenas de argumentos para rebatirme y os animo a contármelo, si leéis el libro. Pensad en lo que ocurre cuando estáis con las defensas bajas, en modo off, sin censuras, alegrándoos de que el malo muera y el bueno consiga el botín. Pensad en qué ocurre con nuestros prejuicios, creencias, convicciones, tabúes, en esa tierra de nadie, a salvo de los lectores de pensamiento, de los represores y de esas almas fantasmales.

También repaso cuestiones que arrastro desde niña: si el cinismo protege de algo, si leer nos hace más sabios, si los autores que se odian (o se habrían odiado de haberse llegado a conocer) estarán a gusto en los mismos estantes, si la fe de los libreros en que quedará algo que vender hoy y también mañana es suficiente para seguir siendo libreros…

Me lo paso bien haciendo inventario de filias y fobias, contando muchas historias como la de Colleridge, la de Orwell, la del reto de Ginés, la de Willa Cather y su amante, la del felón del duque de Lerma. Y evoco el ingenio de Singer, la ternura de Orhan Pamuk y el hartazgo de Peter Handke. Pero también hablo de nosotros, los lectores, y de los libreros y de las librerías y de ese mito romántico de que no hay otra cosa que hacer en el día: leer y solo leer.

Es un texto con pinceladas de humor pero también con intensa melancolía por los momentos de nuestra vida en que aprendimos a hacernos mujeres y hombres con aquellos libros de nuestra raquítica biblioteca de casa.

Microcambieros, me encantará conocer vuestra opinión y comentarios si alguno/a lo lee. Es para vosotros para quien escribo, para los amantes de los libros sobre libros que también hacen otras cosas. Por suerte para la humanidad.

Autor:

Vivo en una ciudad del Norte de España, entregada a la pasión por aprender y transformar mi vida y la de los que me rodean en una aventura única. Creo en la gente y en las oportunidades que nos ofrecen las adversidades. He aprendido que el único pecado imperdonable es no arriesgarse.

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