Uno de los grandes desafíos de nuestra época es la motivación. La vieja teoría del palo y la zanahoria (obedencia y recompensa) apenas funciona. Motivarse por algo que cuesta esfuerzo: una relación, un trabajo, una forma de vivir consecuente, requiere, como apunta las investigaciones de los psicólogos Deci y Ryan, satisfacer tres necesidades innatas: competencia, autonomía y relaciones.El psiquiatra Carl Alasko afirma que negación, engaño y culpa obstruyen nuestra conducta y que la mejor manera de decidir sobre si algo es esencial para nosotros está en someterlo al test de las tres preguntas: ¿Fomentará lo que es mejor para mí a largo plazo? ¿desarrollará mi carácter y mi integridad personal? ¿permitirá que se realice mi más profundo y auténtico yo?
-Fomentar lo que es bueno para uno/a a largo plazo significa ni más ni menos que manejar con mano de hierro el cortoplacismo, no ignorar las consecuencias a largo plazo de sus decisiones y no dejarse llevar alocadamente por los sentimientos de evitación y de satisfacción inmediata
-Desarrollar el carácter y fomentar la integridad se traduce en no dejarse seducir por el engaño para adaptar la realidad a su gusto.Esto incluye no mentirse a sí mismo y a los demás con vanas justificaciones.
-Buscar la realización del yo más profundo y auténtico se refiere a excavar capas hasta dar con lo que de verdad importa.
El por qué de nuestra irracionalidad tratándose de algo tan valioso lo encontramos en la necesidad de satisfacción inmediata en el corto plazo: ¡quiero esto ya! Nuestro comportamiento se parece al de los adictos. Nos resulta más cómodo y más placentero satisfacer un deseo inmediato que lidiar con las tres preguntas anteriores. Los comportamientos adictivos obvian el posible daño final. Y como apunta Daniel Pink: la grandeza y la miopía resultan incompatibles: los logros importantes requieren levantar la vista y mirar el horizonte. Piénsalo con calma y motívate a actuar.