No exagero si digo que a todos nos gustan las personas extrovertidas, alegres, animosas, simpáticas, que alegran hasta un entierro. Y es un lujo contar con ellas pululando en nuestras vidas, pero para un rato. Si eres un introvertido/a necesitarás silencio, reflexión, que no te zarandeen, ni te hagan dar saltos ni te increpen por ser un “mustio/a”. La introversión no tiene nada que vez con ser huraño sino con una manera de estar en el mundo. Las personas introvertidas tienen buenos amigos, disfrutan de momentos felices y alegres igual que los extrovertidos, pero se sienten más a gusto en un papel mucho menos protagonista. Se tienen que esforzar más para resultar buenos comunicando pero no más para ser divertidos o hilarantes. El optimismo y la psicología positiva no son sólo para los extrovertidos, ni mucho menos. Las personas aquietadas, que necesitan buscarse dentro de sí, encajan perfectamente dentro de esquema. Para cada uno de nosotros el bienestar tiene un significado, pero está claro que ser introvertido no resta un ápice para disfrutar de la vida.
Ilustración: Jon McNaught
Y sin embargo los introvertidos tenemos una especie de sensación de culpa, sentimos la extraña necesidad de pedir disculpas por querer estar a solas con nosotros mismos. A veces sentimos que nos estan haciendo un favor que tenemos devolver.
Introversión abierta frente a introversión cerrada. Introversión saludable o introversión enfermiza. Introversión como búsqueda del conocimiento de nosotros mismos, no como empecinamiento, nunca como testarudez.
Sólo nosotros conocemos el mundo de ventajas que conlleva la introspección.
Cercanía contenida en un abrazo, introversión compartida.
Esosiloquio me gusta mucho tu reflexión sobre la introversión porque, en efecto, cualquier extremo que derive en la misantropía nos volverá más infelices, más intolerantes y menos satisfechos con la vida. Así que gracias por el matiz.
Y un comentario más: Ya somos mayorcitos para seguir alimentando culpas inexistentes.