En lugar de las sesudas declaraciones de intenciones conque muchos de nosotros empezamos el nuevo año, hay algo muy sencillo que puedes hacer por ti; tan sencillo como elegir metas pequeñas (aprender a cocinar pasta, iniciar un blog, ir una vez a la semana a la reunión del voluntariado, hacer la cama todos los días,…) , disciplinar al cerebro para que funcione como en un entrenamiento (puede que no te guste cocinar pero vas a hacerlo por tu bien, puede que no te guste pasar la aspiradora por el apartamento pero lo vas a hacer porque quieres limpieza, puede que no te guste practicar todos los días, menos los domingos, 20 minutos de inglés pero lo vas a hacer porque es tu pasaporte a otro trabajo, puede que te aburra ordenar facturas cada día, pero recordarás lo estresante que es hacerlo cuando no hay tiempo), contar tus propósitos a alguien (no caigas en el error de callar las cosas para evitar admitir que has fracasado) e ingresa en el club de los que consiguen lo que se proponen, (compórtate como la gente que no necesita hacer declaraciones de intenciones cada año porque ya descompone sus grandes objetivos en metas pequeñas, porque a diario consulta sus listas y prioriza lo importante sobre lo urgente. Encuentra a estas personas y ¡cópialas!)
Y una última cosa: no lo demores al día 31, empieza ya.