De vez en cuando rescato ideas esparcidas en páginas sueltas de un libro. Lo hago porque suelo releer a menudo y en esa nueva lectura encuentro algo que me resulta útil en este momento de mi vida. Como esta conversación entre la psicóloga Mercè Conaglia y el escritor Gaspar Hernández en el programa de radio «El oficio de vivir bien», dirigido por el segundo y posteriormente convertido en libro.
«La ofensa es un contaminante emocional de elevada toxicidad. Tiene como punto de partida algo que uno percibe como una agresión, aunque no todas las agresiones acaban en ofensa.
Hay personas que se ofenden con facilidad
Normalmente, es gente con un ego inflado. No está satisfecha con su proyecto de vida e intenta buscar culpables fuera. Así no asume la responsabilidad de hacer cambios.
¿Qué tengo que hacer para no ofender?
Es imposible pasar por la vida sin dejar ofendidos e intentando cumplir las expectativas de todo el mundo. Tenemos que intentar vivir en coherencia con lo que somos y nuestro proyecto. Eso sí, podemos mejorar nuestras competencias emocionales. Pero quien busca motivos para ofenderse siempre los va a encontrar.
Ofensa y envidia van de la mano.
Si. Cuando alguien tiene una expectativa de lo que quisiera en su vida y no se cumple, y en cambio, a alguien cercano aquello le está funcionando bien se siente ofendido y aparece la envidia.
También aparece con los amigos.
Según Nietzsche, el buen amigo se reconoce porque es capaz de compartir tu alegría. Cuando uno está mal, encuentra fácilmente amigos con los que compartir su pena, porque se establece una relación de poder. Una buena señal de madurez es no sentir envidia cuando esas personas pasan un buen momento.
Y si en vez de amigo, es enemigo, empieza el rumor y la destrucción.
Piensan: «Eso tenía que ser para mí». O bien le quitan mérito: «Eso se lo han regalado». Lo viven como injusto o como una agresión a su ego. Si la persona no es madura, reacciona agrediendo o minimizando los logros del otro.
Oliver Stone dijo: «mi obra dejará muchos ofendidos porque es poderosa».
Las personas que destacan ofenden. Cuando aparece una gran figura, todos los necios se conjuran en contra. Son un espejo en que ven reflejada su propia incapacidad.
La masa suele ser conservadora.
La masa y el individuo. Cuanto más inseguros nos sentimos, más nos agarramos a las certezas. Tenemos que trabajar el pensamiento flexible e intentar ver las cosas desde distintos ángulos para comprender mejor que no todo lo que hacen los demás tiene que ver con nosotros o se hace contra nosotros. No somos tan importantes.
Quizá nos falta humildad
Es uno de los valores importantes para gestionar la ofensa. Cuando uno es muy narcisista, muy egocéntrico, cualquier gesto o cualquier comentario tiene que ver con él. Pero no somos el centro del mundo».
El oficio de vivir bien. Gaspar Hernández (pág 86 a 88)
2 comentarios sobre “Las personas que destacan ofenden”