Publicado en Microhistorias

Pégate a ti mismo


Chakall

Imagen: Chakall

A vueltas con la idea de por qué unas personas  tocan el éxito una y otra vez , y otras no solo no lo huelen, sino que llenas de talento se desperdician a sí mismas reiteradamente,  en esta plácida y veraniega tarde  de julio me he tropezado con un artículo sobre un tal Chakall, del que no sabía ni que existía. Al parecer Eduardo Andrés López, argentino,cuarentón, showman, periodista de formación, heterogéneo, guapetón, creativo, cocinero de éxito, tiene algunos secretos que revelar.

El primero es que hace lo que le da la gana y con eso se gana la vida, muy bien según veremos a continuación.

El segundo es que no hace nada con fines comerciales (porque en su opinión el negocio no está en lo que se hace, vamos, el asunto en sí, sino en él mismo).

El tercero es que el mejor modo de tener suerte en la vida es pegarse a uno mismo (todo el que renuncia a sus sueños lo paga)

Y así llegamos a este enigmático personaje que es una estrella catódica en Portugal, en China se lo rifan y los alemanes están hartos de ver sus más de 500 turbantes que luce en la televisión, mientras cocina impregnando de magnetismo la pantalla de los televisores de media Europa.  ¿Qué ha hecho este tipo que no hayan hecho otros cocineros formados en la Cordon Bleu y demás escuelas del estrellato? Este Jaimie Oliver que habla español argentino y lleva en su sangre la fusión de sangres de distintos continentes se ha puesto el mundo por montera y ha decidido intentar cosas y ver si salen. Algunas han salido y otras no. Llegó a Portugal sin saber una palabra del idioma y lo cogieron de lavaplatos en un restaurante. De allí como una rana cuántica saltó a ayudante de cocina de un chileno que cuando lo vio hacer decidió ayudar él mismo y cederle la batuta al Chakall, su apodo de guerra. Como el chico lo que quería era ir a África ahorró y en llegando el momento oportuno cruzó el estrecho de Gibraltar y ancha es Castilla. De vuelta a Europa, después de vivir en África más de dieciocho meses se instaló en Portugal y montó un catering. Y  tuvo la paciencia de esperar. El primer mes un cliente, el segundo cinco y con el paso de las estaciones logró vivir del cuento y para el cuento: cocinando.

En realidad su historia es extensa y prolija. La podéis leer en este artículo de Forbes pero yo quería resaltar algo que me ha llamado la atención, la idea de pegarse a uno mismo para ser feliz, ergo para tener éxito en la vida. Se me ocurre que pegarse a uno mismo, como el fundador de la revista Forbes dejó escrito en sus reflexiones publicadas, se traduce en darle forma a tus propios ideales, resolver tus propios problemas y entre otras cosas admitir  que nadie puede deshonrarte, ni tampoco elevarte o sostenerte a excepción de ti mismo. Así que  asumamos que somos los dueños de nuestro propio destino. Y ojito a lo que dice Chakall: «En el momento en que tenés un cliente, hay que saber qué quiere… En esto es necesario el sentido común. El problema es que los cocineros piensan que todo se resuelve en la cocina. Son muy limitados».

Lo dicho, merece la pena intentar pegarse a uno mismo.

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Publicado en Pensando en voz alta

La lista Forbes de placeres cotidianos


microcambios

Cotidiano es un adjetivo con mala prensa. Retumba en los oídos con el runrún de rutina, ya conocido, poco sorpresivo, monótono… ¡Ah!, pero admite una vuelta de tuerca cuando se alía con un sustantivo tan clamoroso como placer. De pronto el reconocible cotidiano adquiere intriga y lustre con la incorporación de un atractivo acompañante. ¿Quién no quiere para sí mismo algo placentero, algo que despierte sus sentidos y produzca el mismo efecto que una bola de nieve rodando por una ladera? El asunto es que la vida impaciente gasta cada vez menos espacio de su milimetrado programa en recordar lo que ya está a disposición de cada cual. Y lo bueno es que no hay límite ni escasez porque abundan los placeres cotidianos no traspasables, o lo que es lo mismo: hechos a medida para cada individuo.

Escribir sobre los placeres cotidianos me ha obligado a pensar en qué considero yo un placer cotidiano. Me he puesto a hacer mi inventario y he descubierto que soy como el rey Midas, una súper millonaria del disfrute cotidiano. Puede que la muestra adjunta no despierte grandes pasiones en otras mentes, o puede que sí. No importa. Lo interesante de esta reflexión escrita es la idea en sí. Los demás no siempre quieren lo que tú quieres.

CATÁLOGO RESUMIDO DE PLACERES COTIDIANOS 

  • Una taza de té caliente con aroma a bergamota
  • El currusco de pan que arranco de la barra y me voy comiendo por el camino
  • La alegría inmensa del retorno de los  barcos de pesca  a puerto
  • Comprobar cada mañana que mi catálogo de achaques sigue intacto y a pesar de ello tengo salud
  • La certeza de que los amigos están ahí ¡benditos sean!
  • Los gestos sinceros y honestos
  • El tacto del embozo de la sábana
  • El libro en la mesilla de noche
  • El interruptor de la luz cuando lo pulso y enciende
  • El sonido del teléfono cuando viene acompañado de una voz querida
  • Abrir la nevera y encontrar un alimento apetecido
  • El saldo del banco cuando se mantiene alejado de la zona de números rojos
  • Encontrarme en la calle con alguien que me cae bien
  • Recibir  buenas noticias
  • Ver la imagen en el whats app de mis hijas
  • Tomar café con mis amigotas
  • ¡La luz!
  • Escribir sobre cualquier asunto que me interese
  • Escuchar un chiste, un sucedido humorístico o una frase ingeniosa
  • Comprobar que no se me ha roto ningún huevo de los que he comprado
  • Comer queso
  • Escuchar palabras de afecto
  • Sentirme positiva y viva
  • Entrar en una tienda donde me conocen y escuchar ¡hola Cecilia!
  • Una cita inesperada
  • Encender el ordenador y comprobar que funciona a las mil maravillas
  • El olor a limpio en la ropa y en la casa
  • Ese golpecito de calor tan delicioso cuando se viene de fuera y se llega a casa
  • El frío invernal y el calor veraniego
  • Las flores de las orquídeas
  • El primer trago de cerveza (como sugiere Philippe Delerm)
  • El agua caliente y fría saliendo milagrosamente del grifo a voluntad
  • El mar cambiante y misterioso
  • El concierto número dos de Rachmaninov  y sus evocaciones del Pirineo leridano
  • Imaginar los pormenores de un viaje en proyecto
  • Divagar un rato sobre cualquier cosa que me ilusione
  • Posar la mirada en mi biblioteca
  • Comprar un nuevo libro
  • Buscar un tema interesante y empaparme
  • Ver en Canal Cocina un programa de mis cocineros favoritos
  • Pensar un instante en todas las personas que quiero (y sentirlas con el pensamiento)
  • Un whats app ingenioso
  • Tirar de la cadena y comprobar que el agua limpia los desechos
  • Comer con hambre
  • Pasar miedo viendo una peli
  • Abrir el armario y constatar que me podría pasar los próximos ochenta años sin tener que ir a ningún sitio de compras
  • Sentir los pies calentitos
  • Los minutos de inspiración y euforia
  • El olor a bizcocho recién hecho
  • Los hallazgos inesperados
  • El repaso de agradecimientos diario
  • El silencio de la noche
  • Las celebraciones que se conciben  como regalos de experiencias compartidas (cine, teatro, excursiones, cenas, conciertos, fiestas…)
  • El momento en que se apagan las luces y la vida se sume en el letargo
  • El amanacer (cuando soy capaz de verlo)
  • Salir de pilates con la sensación de que soy una campeona (jamás tengo ganas de ir)
  • Los últimos cinco minutos en la cama holgazaneando antes de levantarme
  • El cigarrillo que me fumo con auténticas ganas
  • La alegría de que alguien me cuente algo interesante ¡y compartirlo!
  • Una buena noticia en el telediario
  • Los objetos que me recuerdan personas, situaciones o viajes
  • La gente buena
  • Soñar con los ojos abiertos
  • Sentirme parte de Dios y de su creación
  • Y la dosis diaria de chocolate, c´est merveilleux

En resumen, algunos de mis placeres cotidianos no necesitan el concurso de nadie, salvo de mí misma. Otros requieren la colaboración de los demás para producir esa chispa placentera. Todos son cotidianos, pequeños, insignificantes y, por eso mismo, importantes. Haberlos catalogado como si fueran mariposas en manos de un lepidóptero exultante ha logrado un destello de conciencia lúcida. Sí, amigos, en mi peculiar lista Forbes de placeres cotidianos, voy escalando puestos rumbo a la cima a una velocidad vertiginosa.

¿Y qué hay de los vuestros? Estoy deseosa de descubrirlos.