Es más difícil recibir que dar. Lo peor de no poder dar es la vergüenza que te embarga. Prefieres aislarte del mundo antes que despertar lástima en los amigos o decirles: » ahora no puedo seguir el ritmo, no contéis conmigo». Ha llegado el momento de entender que no todos pueden seguir del ritmo y por eso este anuncio es oportuno y nos hace pensar. Hoy eres tú, pero mañana puedo ser yo. Y tal vez yo hoy puedo ayudarte igual que mañana podrás hacerlo tú conmigo.