Publicado en atencion plena

La desatención


Sorolla (Matilde leyendo)

George Eliot escribió: «los mejores momentos de la vida pasan deprisa y no vemos más que arena; los ángeles vienen a visitarnos, y no nos damos cuenta hasta que ya se han ido». ¿Cómo remediar esta desatención perpetua que causa tantas frustraciones en nuestras vidas?

Se me ocurren dos maneras:

Entender el funcionamiento de los momentos angélicos. Averiguar cómo nos sentimos en estos instantes de gracia, qué manifestaciones sensoriales y corporales producen y fijarlos a la memoria, de modo que cuando, por ejemplo nos sintamos sosegados, plenos, alegres, ligeros, juguetones sepamos distinguir el disparador y anclarlo a lo que está sucediendo: ajá, ese es el momento. Y nos podemos zambullir en su plenitud.

También podemos buscar esos instantes felices como quien localiza setas en el bosque. Si llueve habrá centenares de pimpantes hongos listos para la recolecta. Cuando charlamos con un amigo querido, estamos al aire libre, cerramos un trato provechoso, hacemos un favor, disfrutamos de algún placer genuino: leer, cocinar, hacer deporte, escuchar música o recibimos una llamada inesperada… nuestro nivel de satisfacción se eleva.

Para mí los dos métodos son útiles y trato de aplicarlos porque no quiero desperdiciar ni un instante en desatenciones.

Publicado en Pensando en voz alta

El latido de las ocho


(Dedicado a todos los corazones de la Tierra)

Gracias te doy corazón mío,
por no quejarte, por ir y venir
sin premios, sin halagos,
por diligencia innata.
Tienes setenta merecimientos por minuto.
Cada una de tus sístoles
es como empujar una barca
hacia alta mar
en un viaje alrededor del mundo.
Gracias te doy, corazón mío.
porque una y otra vez
me extraes del todo,
y sigo separada hasta en el sueño.
Cuidas de que no me sueñe al vuelo,
y hasta el extremo de un vuelo
para el que no se necesitan alas.
Gracias te doy, corazón mío,
por haberme despertado de nuevo…

Wyslawa Szymborska

Publicado en Microideas

El amor está en lo que tendemos…


Me he acordado de este poema de Valente. Remato un año de poca escritura en Microcambios. Os deseo todo el amor que podáis dar y recibir. Nunca será poco ni demasiado. Siempre será equitativo y necesario. No hay mejor forma de despedir el año. Os deseo amor.

Manuel Viola (Museo Reina Sofía)


El amor está en lo que tendemos
(puentes, palabras ).

El amor está en todo lo que izamos
(risas, banderas).

Y en lo que combatimos
(noche, vacío)
por verdadero amor.

El amor está en cuanto levantamos
(torres, promesas).

En cuanto recogemos y sembramos
(hijos, futuro).

Y en las ruinas de lo que abatimos
(desposesión, mentira)
por verdadero amor.

José Ángel Valente

«Breve son» 1968

Publicado en Pensando en voz alta

Dulzura y bondad


F. Lèger
F. Lèger

Las máquinas que propician la abundancia nos han dejado en la necesidad. Nuestra sabiduría nos ha vuelto cínicos; la inteligencia, duros y despiadados. Pensamos demasiado y sentimos muy poco. Más que de máquinas, el hombre tiene necesidad de humanidad. Más que de inteligencia, tenemos necesidad de dulzura y bondad. Sin estas dotes la vida será violenta Y todo se perderá.

Charles Chaplin 

Publicado en Vídeos Inspiradores

Condicionamientos


Gran vídeo!!! Si  no nos  paramos a reflexionar alguna vez, entonces nos espera una vida de ignorancia y vapuleos continuos como la soportada por los cinco monos y sus congéneres. Vivamos pues de forma consciente, planteándonos nuestras creencias y actitudes aunque esa forma  exija revisar continuamente el rumbo.  Mucho mejor ¿verdad?

Publicado en Pensando en voz alta

Nuestro cuarto


El 3 de marzo de 2011 transcribía en microcambios un breve texto de Edith Wharton (The fulness of Life) sobre la naturaleza de la mujer.

“Pero a veces he pensado que la naturaleza de una mujer es como una gran casa llena de habitaciones: hay un recibidor, por el que todo el mundo pasa entrando y saliendo; el salón, donde se recibe a las visitas formales… y en el cuarto más íntimo, el más sagrado de todos, el alma reposa sola, esperando unas pisadas que nunca llegan”

But I have sometimes thought that a woman’s nature is like a great house full of rooms: there is the hall, through which everyone passes in going in and out; the drawingroom, where one receives formal visits… and in the innermost room, the holy of holies, the soul sits alone and waits for a footstep that never comes.”

Poco más tengo que añadir hoy, 8 de marzo de 2018. Desde mi ámbito, la literatura, deseo que más autoras sean conocidas y leídas, que las reflexiones y la belleza de nuestras escritoras, vivas o muertas, resuenen en las mentes de las viejas y las nuevas generaciones, para que las palabras no se pronuncien en balde, para que los errores no pasen desapercibidos, para que las iniciativas se conozcan y compartan, para amar lo que somos sin renunciar a cambiar lo que sea necesario cambiar.
Y ese reposo en soledad, por derecho y elección, naturalmente, también tiene cabida en un día de celebración.

Publicado en Pensando en voz alta

Las conquista de la sabiduría


Estaría bien, Agatón, que la sabiduría fuera una cosa de tal naturaleza que, al ponernos en contacto unos con otros fluyera de lo más lleno a lo más vacío de nosotros, como fluye el agua en  las copas, a través de un hijo de lana, de la más llena a la más vacía.

El Banquete (Platón)

El secreto de las palabras de Platón hay que buscarlo en ese «estaría bien« del principio.  Estaría bien, pero el acceso a la sabiduría no se produce de esa forma tan natural y sencilla, requiere observación, práctica, desempeño,  honestidad y humildad. El maestro  tiene la misión de enamorar e impulsar y el discípulo de abrir  los ojos y tomar nota. La sabiduría implica descubrimiento pero también transmisión y apertura a lo que ya forma parte de nosotros y tenemos a a nuestra disposición.

Publicado en Pensando en voz alta

Elección


 

murado

Pintura: Antonio Murado

Un año más se va y con él pequeños y grandes acontecimientos que nos han afectado de forma personal. Para empezar el nuevo ciclo nada mejor que sentarse frente a una taza de té o de café y saborear lentamente los versos del poeta. Que no se nos escape la vida como granos de arena entre los dedos.

 

«Pues el amor se me ofreció, y me acorbardaron sus desengaños;

los pesares llamaron a mi puerta, pero tuve miedo;

la ambición me reclamó, y me asustaron los riesgos.

Continuamente anhelaba, sin embargo, darle un sentido a mi vida.

Y ahora sé que debemos desplegar las velas

y coger los vientos del destino

adondequiera que lleven al barco».

Edgard Lee Master (Antología de Spoon River)

Publicado en Artículos de blogs que nos interesan, Pensando en voz alta

Querido John


_berger_john
Una emocionante carta de un escritor vivo, Teju Cole, a un escritor muerto, John Berger. La leo y la releo saboreando cada una de sus palabras. Me resulta especialmente poético el paralelismo que establece entre la historia neozelandesa y las plumas que delatan la presencia de Berger aún en este mundo. ¡Emocionante!

«Siempre te gustaron las historias, así que voy a contarte una. Esta sucedió en Maniototo, en el centro de la isla meridional de Nueva Zelanda, mientras el sol descendía tras la cadena montañosa de Hawkdun, en una línea naranja ondulada, con toda la oscuridad debajo.

Dentro de casa se debilita la luz. Milo tiene 11 años. Está en brazos de un hombre e inclina la cabeza, como si escuchara algo que procede de las montañas a lo lejos. Está completamente quieto. Le pregunto al hombre: “¿Cómo supiste que estaba quedándose ciego?”. “Empezó a chocarse con las cosas más a menudo”.

Sobre los ojos de Milo ha empezado a crecer un velo blanco, y su cabeza parece la de un peluche sin terminar. Hace pocos meses que está quedándose ciego. El hombre le deja en el suelo y él empieza a correr por la casa. Tiene en su memoria el plano de la vivienda. En las esquinas y las patas de los muebles han atado unas plumas para que no se golpee con las duras aristas. Un suave velo blanco que cubre sus ojos y unas suaves plumas blancas que tiemblan en la oscuridad.

Te has ido, John. No, lo diré claro, aunque suene duro: te has muerto. Falleciste en enero, y la muerte (como sabe todo el mundo) es definitiva. Sin embargo, te escribo esta carta como si pudieras leerla, como si solo estuvieras escondido. ¿Por qué? ¡Por tu culpa!

Hace unos años, durante una conversación en Ferrara, te pregunté qué pensabas de las personas muertas. Miraste al público y dijiste: “Están aquí con nosotros. Así lo creo. ¡Están ayudándonos!”. Lo dijiste con tal convicción que no tuve ninguna duda. Y no te referías a “los muertos” como categoría general, sino como personas muy concretas a las que uno ha conocido y amado.
Estuve en Nueva Zelanda dos semanas. No sé si fuiste alguna vez, pero me acordé mucho de ti. Me daba la impresión de que cada persona con la que me encontraba había tenido una muerte cercana: hijos, cónyuges, hermanos. “Et in Arcadia Ego”, como tituló Poussin su famoso cuadro. Y aun así, curiosamente, en todos los casos tuve la impresión de que los muertos convivían con los vivos y estos cuidaban de aquellos.

En una ocasión escribiste: “Tanto para los cazadores como para las presas, esconderse bien es una condición indispensable para sobrevivir. La vida depende de saber ponerse a resguardo. Todas las cosas se esconden. Lo que ha desaparecido se ha escondido. Una ausencia —como la de los que han fallecido— se siente como una pérdida, pero no como un abandono. Los muertos están escondidos en otro lugar”.

Hace seis meses recibí la terrible noticia de que habías muerto. Y, aunque eras muy mayor, me cayó encima como una oscuridad repentina. Sin embargo, John, desde entonces, he descubierto un fragmento aquí, un pasaje allá, un dibujo más allá, huellas tuyas en todo el mundo, y son como plumas que has dejado cuidadosamente colocadas en los lugares en los que nos encontramos.

Sé que solo estás escondido.

Abrazos.»

Teju Cole (escritor)
Fuente: http://elpaissemanal.elpais.com/columna/querido-john/