Imagina esta situación: te has apuntado a un concurso de cocina donde todo es secreto, incluidas las normas del certamen. Llegas con una curiosidad exacerbada y el organizador te dice: «puede elegir dos posiblidades: la primera cocinar el plato que usted quiera, con la condición de que sea comestible (eso lo comenta mientras te guiña el ojo) , la segunda, hacer el plato que yo le sugiera. Si elige la primera opción, aclara, se tendrá que buscar los ingredientes y si se decanta por la segunda se los proporcionaremos nosotros. Cuando cotejemos los resultados decidiremos quién ha ganado el concurso».
La vida se parece algo a este concurso de cocina y las dos opciones tienen sus ventajas y sus inconvenientes. Te animo a ser creativo/a y compartir tus cavilaciones.
La primera opción permite una vida abierta a la incógnita, a la aventura. Es más indicada para valientes, para los que no se aferran a lo seguro. La segunda opción me recuerda la frase: si la vida te da un limón hazte una limonada.