Aquellos objetivos que nos imponen los demás (nuestro entorno familiar, los estándares sociales o cualquier otra influencia externa) no los cumplimos porque nos falta compromiso. Tal vez, como en el caso del adelgazamiento, lo logramos, pero tras un tiempo de satisfacción volvemos a las andadas. En realidad no había una razón propia para hacerlo. Busquemos esos motivos personales y favorezcámoslos pues aunque el avance sea lento y a largo plazo los resultados serán muchos mejores.